CON LOS DEDOS EN LA BOCA, los aborígenes fueron silabeando las cosas de su tiempo y, todavía hoy, el eco de la historia recuerda que, desde entonces, aquellas primeras letras han pervivido abrazadas a la piel de la Isla como sólo lo hace una amante, envueltas en rumbos de marea y sal, trasponiendo las barranqueras y repitiendo ese ir y venir constante; con un paso ligero, a veces, otras, breve y raudo, pero siempre ebrias de mañanas y de cielos. Dicen los viejos que en el archivo de tanta y tanta memoria permanecen encerrados sus avisos de certero vigía a la vista del derrotero de las carabelas, que también guarda a buen recaudo el anuncio de la muerte del cruel Guillén Peraza, que tiñó con sangre el aire, y los hondos gritos de libertad, con la rebeldía a cuestas, cuando los tiempos del fogueo en Vallehermoso, además de los cientos y miles de mensajes lanzados como reclamo hacia el horizonte, y los guiños al Teide entre jirones de nubes... Son muchos los que cuentan haberlo visto jugar al escondite entre la laurisilva del Garajonay, coquetear en los senderos del Cedro y bañarse en sus sombras, columpiarse como un niño en las sabinas y dibujar rizos en los roques, rebotar por los valles y trepar por la cintura de las palmeras, hasta detenerse jubiloso en las copas para saborear las mieles del guarapo.

En ocasiones, aseguran haber sentido que camina a tropezones, remontando con esfuerzo los bancales, pero que, de pronto, acariciado por las olas, lo que es un dinámico suceder se detiene, y entonces gira como un loco en la rueda de su destino. Otros afirman que le gusta perderse por los campos de rastrojos, oro sucio, entre la cadencia del millo y el tacto de las papas, hasta que, ya cansado, se deja ir por las suaves lomas para iluminarse como una trapera de colores, y cuando la luna enciende su faro redondo sobre la mar y ladran los perros, airoso heraldo, se echa a dormir y va de boca en boca.

Dicen que Rafael Arozarena se fue silbando su itinerario de poeta y que Pedro García Cabrera lo esperaba para abrazarlo, con los dedos en la boca.

*Redactor de EL DÍA