HOLA, RUBIA. Hoy te he vuelto a pensar alegre y clara, grande a mis ojos. Recuerdo cuando recorríamos de la mano aquellos caminos donde ya no crecen los helechos, tampoco el talle de la buganvilla, convertida en vaga sombra, ni aquel columpio desde el que rozábamos el cielo con la punta de los sueños, ni los interminables arrullos en el tobogán del tiempo. La memoria me trae la mezcla de tus olores, siempre tan manoseados, y esa manera con la que encerrabas el tacto de las primaveras, resbalabas sobre las lágrimas del otoño, cotizabas una bolsa de buenos amores para el invierno o comprabas hasta el último de mis pequeños caprichos veraniegos. Y recuerdo que siendo tan niña como yo me descubriste todo un mundo, mientras dejabas tu cuerpo suelto y bailabas desde el fondo de los bolsillos; te echabas a descansar bajo las camas; saltabas los escalones, sin miedo; corrías como loca hasta el fondo del pasillo; te escondías en lo más hondo del viejo jarrón? Otras veces te perdías a propósito entre las arrugas del viejo sofá o jugabas a ser un tesoro enterrado y cuando te reunías con las demás lucías dichosa. Yo, casi siempre, solía reconocerte entre tanta bulla; refulgías como ninguna en suaves guiños cuando el sol ponía sus manos sobre tu espalda limpia. Entonces advertía tu goce y tus temblores, de lozana, y sentía la tentación de colgarme de tus caderas, y sacudiendo la ceniza de mis párpados pensaba en llevarte lejos, lo más lejos posible. Hoy, cuando me asomo a contemplar esta ciudad, no veo sino una ciudad cualquiera. Por eso cada noche la dejo en las orillas para que se lance a navegar y en el viaje de vuelta, aún medio dormido, sueño otra vez contigo, rubia, acercándote de puntillas, sigilosa, observándome entre tintineos, sin que nadie sea capaz de reconocerte. Y me gusta saber que estás ahí, como una propina en los amaneceres sin frío, recostada en tu cara y cruz, mientras los banqueros se hunden de avaricia y la vida se empeña una vez más en despertarse del revés. ¡No sabes cuánto te echo de menos, querida peseta!

(*) Redactor de EL DÍA