NOS HEMOS ACOSTUMBRADO a remarcar con un número, un guión y una mayúscula un episodio de nuestras vidas que nos negamos a olvidar. El 11-S desencadenó una espiral sinfín de dolor que en el caso de España se acentuó con la maldición del 11-M. Grabar en la memoria jornadas catastróficas es un minúsculo consuelo cuando lo que toca es hacer el balance de una riada devastadora (31-M), una tormenta tropical que decide explorar unas coordenadas desconocidas (28-N) o, más recientemente, una lluvia indomable que rescata fantasmas del pasado (1-F). No tengo claro si la culpa es del cambio climático o de los gestores y técnicos que autorizan construcciones en zonas de riesgo, pero hoy estamos menos seguros que el pasado siglo. ¿Hasta qué punto hemos maltratado a una naturaleza que, ahora, nos castiga con una virulencia extrema?

La peor cara de una desgracia como la que acaba de sufrir Canarias es el oportunismo que se fabrica alrededor de una montaña de escombros. Hay que levantarse. No queda más remedio que continuar adelante, con o sin las ayudas oficiales, para volver a dejar colorados a los que piensan que por estas latitudes únicamente hay personas aplatanadas que viven de un turismo que está herido de gravedad desde hace unos cuantos años. Lo más doloroso en fechas como el 1-F es sentir que todavía somos unos desconocidos.

Cuando ya creía que en la Península se habían enterado de que las Islas Canarias no flotan dentro de un rectángulo que se deja ver justo por debajo de las Baleares, llega un iluminado y escribe que "la principal incidencia del día en Tenerife se había concentrado en el desbordamiento de un río", reflejó en una prestigiosa edición digital nacional. Un par de horas más tarde, cuando algún ingeniero fluvial cayó en la cuenta de que por estas tierras no se dan este tipo de accidentes geográficos, permutaron el río por un barranco, que para el caso era lo mismo. Si somos nosotros los autores de semejante disparate, salimos retratados varios días en el "Caiga quien Caiga", en "Sé lo que hicisteis", en "El hormiguero" y en la versión extendida, en 3-D y remasterizada de "Barrio Sésamo".