EL RIGOR DEL AGENTE cuatrocientos... (perdón, no voy a revelar su número de placa) me emociona. Leer con qué riesgo se lanza a la caza del infractor es digno, como mínimo, de un cameo en la siguiente película de Tarantino. El funcionario cuatrocientos y pico es un lince. Hace unos días cumplió la ley con rigor y empapeló a un conductor que hizo sonar el claxon de su coche en la conexión de las avenidas Buenos Aires y La Salle. La agudeza auditiva del "policeman" le costó sesenta euros al usuario pitón. ¡Cómo si ustedes no hubieran visto jamás cómo dos motoristas debidamente uniformados hacen sonar sus bocinas cuando cruzan sus caminos sobre el puente Galcerán, cómo el conductor de un coche patrulla habla por el móvil subiendo la Tres de Mayo o cómo muchas veces las luces de emergencias son un recurso ideal para escapar de un atasco!

Conviene distinguir entre el "tocapitas" profesional y el "tocabocinas" ocasional. El primero tiene un "tic" nervioso que le impide separar sus dedos del botón que acciona la señal acústica de su montura. Lo apreta cuando observa a lo lejos a una "pibita", en el instante en el que distingue cómo se acerca el compañero del equipo de fútbol sala del barrio, en esa fracción de segundo en la que desea llamar la atención... Este imbécil ("tontus-pitae") suele actuar de madrugada y, lo normal, es que se quede sin sanción.

El "tocabocinas" ocasional ("tontus-pagae") genera un "pi" para avisar al conductor que le precede de que se ha dormido en un semáforo. Error. Ahí es cuando aparece el agente cuatrocientos y pico para desenfundar su cuaderno de multas. ¿Se imaginan el comportamiento del Albert Einstein de la "police" frente al gracioso que hace un pi-pi-pi-ripipi-pi-pi...? Cómo mínimo le pone 300 euros y porque no logra cuantificar el concepto recaudatorio que tiene el "ripipi". Es verdad que está penado hacer sonar la pita sin la existencia de una emergencia, pero no es mentira que habiendo tanto cafre suelto (agresores sexuales, asesinos, borrachos, estafadores, ladrones, maltradores tironeros...) el agente cuatrocientos y pico se arroja de cabeza por una infracción de sesenta euros.