El Carnaval profundo del Norte de Tenerife se manifiesta en los bailes de taifa que amenizan desde muy antiguo la Piñata de Teno Alto, en Buenavista. En un salón de algo más de 60 metros cuadrados, en lo que fue escuela rural, los vecinos y vecinas del lugar bailan por turnos hasta el momento preciso de la puja por la piñata que cuelga del techo. Las carnestolendas adquieren una dimensión tradicional, que difiere del espectáculo de masas, pero que, sin perder la esencia misma del Carnaval, discurre en un entorno más íntimo y reducido si cabe y que se circunscribe al entorno rural. Allí se reúnen los jóvenes de los caseríos del Valle del Palmar, Las Portelas, Teno Alto y otros lugares de la comarca.

En un ventorrillo ubicado a la entrada de la vieja escuela unitaria se disponen, por regla general, las dos parrandas que amenizarán la piñata por turnos. Una de ellas toca en el salón de baile, mientras que la otra aguarda su momento entre vasos de vino, huevos duros, frutos secos y queso, entre otras viandas propias para estas fechas. Ni que decir tiene de las torrijas y rebanadas.

El baile de la Piñata de Teno Alto suele reunir en torno a 300 personas, entre público y vecinos participantes. Sin duda se trata de una de las manifestaciones carnavaleras más antiguas de Tenerife. Don Pedro González Martín, a sus 82 años de edad, mantiene intacta la tradición de los bailes del taifa y de Piñata en el caserío de Teno Alto, como se aprecia en las fotos de Ángel Hernández. Sin embargo, esta costumbre traspasa las fiestas del Carnaval y se repite pasada la Semana Santa.