LEJOS, muy lejos del día a día de Santa Cruz, se encuentran algunos concejales de la capital tinerfeña. Basta escuchar a Antonio Bello, muy satisfecho con la situación actual de la ciudad porque, según dice, así se lo manifestó un grupo de ingenieros que la visitó recientemente. Se desconoce en qué barrios estuvieron y con cuantos vecinos departieron. Sin embargo, el responsable municipal de las relaciones institucionales, tal vez por deformación profesional, se lo creyó a pies juntillas. Quizás ha olvidado el refrán de que a caballo regalado no se le miran los dientes y que los citados invitados, como personas bien educadas, optaron por regalarle el oído en lugar de dejarle un mal sabor de boca al anfitrión.

Pero lo de Bello es una simple anécdota teniendo en cuenta lo ocurrido el pasado viernes en el pleno de Santa Cruz, donde se aprobó por unanimidad convertir en moción institucional una propuesta del concejal socialista Florentino Guzmán en la que se exige una investigación "exhaustiva y transparente" del ataque israelí a la flotilla "Libertad", para que se "depuren" responsabilidades. Una moción que, según se encargó de explicar el edil de Bienestar Social, Ignacio González, no era "política, sino humanitaria".

Este tipo de iniciativas, más propias de otros tiempos, denotan, además de falta de imaginación, que buena parte de los concejales de Santa Cruz, vive ajena a los problemas de la calle, de los chicharreros. Queda muy bien preocuparse por los habitantes de Gaza y expresar las condolencias a las familias de los pobres tripulantes de la flotilla "Libertad" que perdieron la vida. No lo duden. Sin embargo, antes deberían mirar a su alrededor y analizar lo que está pasando aquí, una ciudad que poco a poco va perdiendo su vida por culpa de su ineptitud.