L A PUNTERÍA no es endosarle un "hat trick" a un equipucho de tercera regional en un torneo de verano o atinar en el centro de la diana en el campeonato de dardos del bar del Arguijón, sino que se trata de algo mucho más amplio de lo que a priori parece.

De hecho, es un concepto más metafísico pero igual de certero que poner la bala donde se pone el ojo o echar el lazo al ganado con la misma destreza que el doble de John Wayne en cualquier película del Far West.

A veces dudo de si se trata de una cuestión genética o si tiene que ver con los biorritmos, porque a veces, sin apenas esfuerzo, uno lo clava en el más difícil de los retos que se proponga, pero al día siguiente pincha más que un gregario de la vuelta ciclista a España en un tramo lleno de chinchetas. Cierto es que hay quienes tienen desajustado de manera permanente el don de la oportunidad y, por mucha voluntad que pongan en lo que hacen, atinan menos que un borracho timoneando un barco en medio de un tsunami.

Sin embargo, insisto en que no hay que ser reduccionistas y vincular de manera exclusiva la puntería con una habilidad manual, sino abrir el abanico a otros condicionantes propios del terreno del azar. Un suponer… tener puntería es tanto tumbar todos los palillos de una caseta de feria con una escopeta de aire comprimido y quedar luego como un rey regalándole el oso de peluche a la pibita, como encontrarte con tu ex novia justo el día en que te sale una espinilla en la punta de la nariz o toparte de frente con tu mayor enemigo cuando te acabas de churretear la camisa con salsa barbacoa. Para que quede bien clarito, seré pesado y me repetiré como el pan de ajo. La puntería no sólo es eso que tanto echa en falta estos días el Niño Torres, ni siquiera encontrar aparcamiento libre en el centro de Santa Cruz un lunes a primera hora de la mañana o pillar tu talla de pantalón en el primer día de rebajas, sino que también cabe dentro de este término la predisposición natural para elegir siempre la cola de la caja del supermercado que se atasca. Desafortunadamente, este tipo de puntería no requiere de entrenamiento ni para cultivarla ni para deshacerse de ella.