La Isla se paralizó ayer por la tarde para seguir las incidencias del partido que clasificó a España para la final del Campeonato del Mundo de fútbol. Los aficionados se reunieron en los bares y en las plazas delante de las pantallas, algunas instaladas para la ocasión, para vivir con pasión el encuentro ante Alemania, mientras las calles ofrecían una imagen inusual, vacías y sin el tráfico denso de cualquier día. Al final del encuentro la gente se echó a la calle para festejar el resultado haciendo sonar el claxon de los coches. En la capital tinerfeña, la mayor concentración de aficionados se prudujo en la plaza del Príncipe, tal como se aprecia en la imagen superior, aunque la expectación fue patente en otros sitios públicos de la ciudad.