VUELVE EL "GUINDILLA". Cuando todos los indicios apuntaban a su extinción definitiva, aflora intermitentemente un tibio crepúsculo policial que siente su profesión con la misma intensidad con la que se movían aquellos "sheriffs" de "spaghetti western" que abrían fuego en cuanto un gato describía una U invertida para desperezarse. Son pocos, pero llaman mucho la atención. Ahí está la clave. Uno de estos "pistoleros" de ciudad es capaz de derrumbar sin ayuda la imagen de un colectivo con un solo gesto. Atentos. Hora punta, con el termómetro de la farmacia clavado en treinta y pico grados y un bochorno inaguantable. Una anciana trata de huir del solajero por un lugar donde no hay un paso de peatones. Error. Antes de que situara su delgada silueta en el ecuador de la vía aparece un "vaquero" motorizado y la bronca es de aquí te espero.

Lo de menos es el ecosistema en el que se reproduzcan estos agentes de la ley, lo triste es que quede un solo municipal que no sepa apreciar la diferencia que hay entre una acción intencionada y un mecanismo de autodefensa que, por supuesto, no puso en riesgo la integridad de ningún ciudadano. Ni siquiera él, que se "paseaba" con su montura por una calzada más desierta que una escena de "Sólo ante el peligro". Igual, el motero sintió la necesidad de emular a Gary Cooper para apabullar a la abuela suicida.

Partiendo de la base de que el 99,9 por ciento de los compañeros del tonto de turno no tiene culpa de su celo profesional, no es menos cierto que en ocasiones te enrabieta ver cómo el "guindilla" de pecho inflado se entretiene acariciando sus Ray-Ban aviator, mientras conversa alegremente con la pibita que está de compras. Las campañas publicitarias que te inyectan la idea de que "la Policía es tu amiga" están muy bien, siempre y cuando no aparezca el cafre que considere que en lugar de dirigirse a una señora mayor está reprimiendo al laja que acaba de reventar el cristal de un coche para levantarse lo que trinque. Repito. Ovejas negras hay en todas las profesiones, pero cuando alguien elige ser un servidor público debe dejar su mala "milk" en la nevera de su casa. Al fresquito, para que no se agríe.