LIQUIDACIÓN de un impuesto de sucesiones. Visita a la Hacienda Canaria (la misma que te cobra el IGIC, aunque tú no hayas recibido su importe de los clientes). Te sientas ante el funcionario. La norma de la Agencia Estatal dice que tú tienes que aportar los documentos en soporte informático; es decir, por métodos modernos, adecuados a los tiempos. En la Hacienda Canaria te piden las setenta escrituras físicas que hay que revisar. Y las debes aportar, aunque tengas que utilizar una carretilla para su transporte. Hablas con la amable funcionaria, que te dice: "Mire usted, en mi casa, en cinco años, hemos cambiado dos veces los ordenadores de mis hijos; aquí estamos trabajando con métodos antediluvianos; y si usted me trae, como pretendía, la información que le requiero en sistema PDF yo no tengo lectores que me la muestren; por eso hemos de solicitar los originales, con el riesgo incluso de perderlos".

La queja es generalizada. La Hacienda Canaria mantiene unos métodos viejos, trabaja muy lentamente y con parámetros de otro mundo y no está a la altura de las circunstancias. Desconoce el sistema telemático, no permite que los ciudadanos puedan cursar altas, bajas, consultas, etcétera por la red y no se ha amoldado a los tiempos. Todas estas utilizaciones informáticas ahorrarían personal, no solo al propio departamento del Gobierno sino a los gestores, empresas, particulares, asesores fiscales, etcétera. Y muchísimo tiempo.

Parece impensable que un departamento tan importante no se haya adaptado a la época en que vivimos. Se habla mucho del gasto en las administraciones autonómicas sin darnos cuenta de que con un sistema moderno y adecuado a las necesidades del administrado se ahorraría muchísimo dinero. Los titulares mercantiles están que trinan con esta incursión en el Neolítico. Para mejorar los servicios donde más se ha de invertir es en la informática. La informática no sólo agiliza los trámites, sino que realiza una función fundamental a la hora de respetar la ecología y el medio ambiente (los papeles casi no existen) y, además, ahorra gastos de personal a todos los implicados y alegra la vida al ciudadano.

Algunas fuentes consultadas opinan que Canarias está a la cola en inversión tecnológica en dependencias oficiales; y que cada vez que se cambia un sistema -como ocurrió en la Administración de Justicia- se produce un caos y que no se acaba de agarrar el toro de la informática por los cuernos. Un auténtico desastre.