HAY GENTE que se ha instalado en la política y no se retira nunca. Dos ejemplos paradigmáticos de lo que decimos están en José Miguel González Hernández, nombrado secretario primero del Parlamento, y en Antonio Castro Cordobez, que repite como presidente de la Cámara. Si pasaran a la iniciativa privada, donde de verdad se trabaja, no sabrían qué hacer. Están tan acostumbrados a chupar del bote (de la teta de un sueldo oficial) que ya no se acuerdan de hacer la "o" con un canuto. Si es que alguna vez supieron hacerla.

José Miguel González no se quedará ahí, sino que aguarda a que se produzca una vacante en la Audiencia de Cuentas de Canarias para meterse en ella. No esperen mucho de este último organismo: Juan Carlos Alemán, maestroescuela, es miembro del mismo y no creemos que sepa nada de auditorías ni de fórmulas de inspección de entidades públicas. La política, ya lo saben, es una caja de sorpresas; y más en Canarias, donde todo el mundo quiere agarrarse al sueldito oficial para asegurarse la vida presente y futura. El pueblo de las Islas es así de generoso con sus servidores públicos.

Por lo demás, este pacto es más de lo mismo, ¿no creen? Unos gobiernan y otros hacen oposición, curiosamente los mas votados. Ya pasó en la anterior legislatura: ganó el raro de López Aguilar y lo enviaron a gobernar, pero al Parlamento Europeo. Ahora gana Soria y manda una coalición CC-PSOE. No diremos nosotros que sea justo o injusto; solo que juzguen ustedes mismos. Desde luego, la democracia dice que los pactos son posibles, los pactos de dos menores contra un mayor. La democracia, como decía muy bien Jorge Luis Borges, es un abuso de la estadística. Si Borges hubiera conocido el caso canario, habría enmarcado su celebrada ocurrencia en el felpudo de entrada de su propia casa.

En fin, dos personajes, Antonio Castro y José Miguel González, que ya no se encuentran en busca de autor; lo han encontrado. Seguirán, bien mulliditos, en el Parlamento de Canarias, el organismo famoso en el mundo entero por lo poco que trabajan sus miembros. Y por lo mucho que cobran, más de 6.000 euros por barba, algunos mucho más. Al mes, claro. Con la honrosa excepción de Miguel Cabrera Pérez-Camacho (PP), que no cobra un duro. Ha vuelto a renunciar a su sueldo. Todo un ejemplo.

Ahora vamos a ver si cumplen con Miguel Zerolo (le prometieron el Senado) y si se va el otro a la Audiencia, para que entren a ocupar su escaño personas de mucha más brillantez. Es justo y necesario. Y conveniente para Canarias.