ESTA claro que cuando oímos hablar, tanto a las personas como a los medios, de la independencia de Canarias, sentimos un rechazo como si esto fuera un pecado mortal; como si fuese una locura de unos pocos intentando convencer a algunos más?. Así comienza el artículo de Antonio del Pino que publicamos en nuestra edición de hoy. Es el segundo, a cual mejor, que nos remite este canario residente en Londres; un patriota que comenzó a tomar conciencia de lo importante que es la libertad de su tierra mediante la lectura de los editoriales de EL DÍA. Es verdad que algunos nos consideran locos e iluminados. Allá cada cual con sus temores y sus mezquindades, porque los grandes avances de la humanidad casi siempre comenzaron por la renovadoras ideas de algunos. Ideas que al principio parecían disparatadas y propias de dementes, pero que con el paso del tiempo se transformaron en algo comúnmente aceptado. ¿Y qué podemos decir de la libertad de los pueblos? ¿Cuánto le debe la independencia de Cuba a un gran iluminado como José Martí? ¿Es que no fueron en sus orígenes unos iluminados, casi unos locos, Simón Bolívar y el general San Martín? Bendita locura la de quienes, contra viento y marea, y aun a riesgo de sus propias vidas, soñaron con la libertad de su tierra. Soñadores como Gandhi, que liberó a la India de la opresión británica, o como Amílcar Cabral, padre de la independencia de Cabo Verde; un archipiélago más pequeño que el nuestro, menos poblado y con menos recursos que, pese a todo, es un país independiente con representación en los foros internacionales; con el orgullo de poder tener una identidad propia. Algo de lo que carecemos nosotros tras casi seis siglos de colonialismo español. NOSOTROS no sólo soñamos con la libertad de Canarias: estamos convencidos que esta tierra recuperará la independencia que le fue robada porque se ha iniciado un proceso que ya no tiene vuelta atrás. ¿Tendrá que intervenir el Monarca español en el proceso de descolonización de Canarias, ya que el Gobierno de España se muestra vergonzosamente desinteresado en concedernos nuestra libertad o vilmente interesado en no perder la finca canaria? La carta abierta al Rey de España, redactada magistralmente por Antonio del Pino y publicada por EL DÍA el pasado día 10 de julio, ha sido comentadísima en todos los rincones de las Islas. ?¿Con toda esta miseria política puedes realmente creer que si fuésemos una nación soberana íbamos a estar peor??, se pregunta Antonio del Pino en su artículo de hoy. ?¡De ninguna manera!?, responde él mismo y nosotros hacemos nuestra su respuesta. ?No podemos estar peor que ahora. El nuevo Gobierno regional sólo traerá nuevos problemas. La gente sigue llorando en el rincón más profundo de cada hogar, los jóvenes siguen esperando un lugar donde trabajar y muchos ya se han ido a otros países. Parece una maldición que la única salida que tengamos los canarios sea escapar de nuestra tierra, porque los políticos con sus actitudes egoístas nos esclavizan y se ríen de nosotros subiéndose los sueldos descaradamente, lo cual constituye una verdadera provocación a la sociedad?. Egoístas y despóticas, empezando por el presidente del Gobierno regional, añadimos nosotros. ESPERAMOS un tercer artículo de nuestro amigo y colaborador en Londres Antonio del Pino. Una revelación de un canario de Canarias; un ejemplo de patriota cargado de razones, de lógica y de amor a su tierra. Cargado, además, y de eso presume, de identidad canaria que no puede poner en su carnet por el despotismo de la nación colonizadora que es España. Nosotros, que vamos conociendo más sobre su vida, por sus libros y obras, nos hemos quedado sorprendidos con la clarividencia de sus ideas. PERO a pesar de la existencia de estos patriotas que luchan pacíficamente para lograr nuestra libertad, Canarias sigue inmersa en el despotismo. Un despotismo que, una vez más, denunciábamos en nuestro comentario del viernes. En él decíamos de Paulino Rivero que es un presidente del Gobierno de Canarias al que hemos apoyado en el pasado porque pensábamos que era la persona adecuada para liderar el proceso que ha de conducirnos a nuestra libertad, a nuestra independencia, aunque nos equivocamos. Una equivocación que nos hace avergonzarnos de nosotros mismos, lo reiteramos hoy, por no haber sido capaces de vislumbrar que no teníamos ante nuestros ojos al patriota que queríamos ver, sino a una persona políticamente mezquina, déspota, incapaz de solucionar los problemas de su pueblo ?que pasa hambre? y predispuesta a favorecer a familiares y amigos; es decir, a practicar lo que se conoce como nepotismo. Estábamos ciegos respecto al señor Rivero, pero ya no. Ahora sabemos quién es, cuáles son sus principios ideológicos y cuáles sus objetivos. Unos principios políticos que no pasan por buscar lo mejor para el pueblo canario, sino lo mejor para él mismo, para sus amigos ?como acabamos de decir? y también, qué afrenta, para que Zapatero siga en el poder a cambio de que el Partido Socialista le preste la ayuda necesaria en Canarias para no verse apeado de la poltrona de la presidencia regional. ¿Tenemos o no tenemos razón al decir que, políticamente, nos avergonzamos de Paulino Rivero? Qué diferencia de Ramón Moreno Castilla, del que hoy publicamos un artículo magistral, pleno de lógica, sentido común y patriotismo; de José Luis Concepción, de Antonio Cubillo y del doctor Manuel Díaz, entre otros muchos. TAMBIÉN decíamos en nuestro comentario del viernes que ?confiamos en los patriotas pero no en los nacionalistas de Paulino Rivero, salvando algunas honrosas excepciones. No confiamos en el Gobierno que ha nombrado porque, además de débil, no es el suyo. Es un Gobierno dominado por los socialistas en el que su presidente sólo es una marioneta sin capacidad de acción ni decisión. Unos socialistas que también le obligan a manifestarse en contra de un adelanto de las elecciones, cuando todo el mundo sabe que cuanto antes desaparezca Zapatero de la escena política, mejor para España y para Canarias. En estas lamentables condiciones, lo mejor que puede hacer Paulino Rivero es dimitir y permitir que gobierne quien ganó las elecciones?. Y quien ganó las elecciones en Canarias fue José Manuel Soria, de la misma forma que Cristina Tavío fue la candidata más votada en Santa Cruz por lo cual la alcaldesa de la ciudad debería ser ella y no Bermúdez, que carece de altura política y no es más que una marioneta en manos de Julio Pérez. Lo cual estaría bien para la ciudad, pues tenemos al señor Pérez por persona seria y capacitada. Sin embargo, por obediencia de partido, Julio Pérez ha de hacer lo que le dictan en Las Palmas, que es donde tiene su sede regional el Partido Socialista. Al final, y en virtud a los pactos forzados por el señor Rivero para renovarse como presidente, lo que se hace en Santa Cruz se decide en Las Palmas. Y también lo que se hace en Tenerife, pues Ricardo Melchior, sin ninguna necesidad, también pactó con el PSOE y puso el Cabildo más importante de Canarias en manos de la tercera isla. ¿Y estos son los grandes políticos tinerfeños? Pobre Tenerife. EN definitiva, y volviendo a nuestro comentario del viernes, lo mejor que puede hacer Paulino Rivero es dimitir y desterrarse, porque su comportamiento político lo ha hecho indigno de vivir entre los canarios. El daño que le ha hecho a estas Islas y a las empresas, y a las familias y a la juventud, es de tal magnitud, que difícilmente puede ser reparado. Y, lo que es más importante, ha causado un gran desencanto entre los isleños que aspiran a tener su identidad; es decir, a ser canarios y no españoles bastardos o europeos ultraperiféricos, que todavía es peor. Paulino Rivero ha engañado al pueblo porque se ha presentado como nacionalista cuando no lo es. A todos se nos hace insoportable soportar un Gobierno como este. NO obstante, confiamos en tiempos mejores. Tiempos de un nuevo amanecer en una nueva Canarias libre y digna; libre de las cadenas coloniales y de la indignidad que nos aporta la actual clase política, muy corrompida. Por ese, un día más, queremos entonar un canto a la libertad. A un futuro que a la fuerza será mejor porque la independencia no sólo es ineludible sino también es inminente, pese a que los falsos nacionalistas se arrastran ante los amos peninsulares y los partidos estatistas hacen todo lo posible para que España no pierda su fructífera colonia.