TRADICIONALMENTE, sobre todo en tiempos de Paco Padrón, el mejor director en la historia de Radio Club Tenerife, los Teides de Oro eran unos premios prestigiosos, a cuya convocatoria acudía eso que se llamaba "el todo Tenerife". Ahora son una caricatura de lo que fueron.

Celebrados en el Auditorio de Tenerife, el otro día asistió al acto de su entrega poquísimo público. Casi todos los presentes eran políticos y la mayoría de ellos, incluidos los dirigentes y colaboradores de la SER, le hacían la pelota asquerosa a Paulino Rivero y a su enemigo íntimo Ricardo Melchior. Claro, el Cabildo se porta muy bien con las fiestitas musicales de la cadena y eso.

También asistió, cómo no, el alcalde Menúdez, al que cuando sus colaboradores se cabrean con él lo llaman "Frodo", aquel personaje bajito de "El Señor de los Anillos". Bueno, sus colaboradores y la oposición, que hay que ser justos.

Cuentan quienes asistieron a la fiesta que la misma resultó muy deslucida y que destacó mucho el peloteo que la directora de la cosa, la señorita Santana, le hacía a Ricardo Melchior, hinchado como un pavo. Melchior ha aflojado un poco los esfínteres porque el otro día se emocionó en la inauguración del Mencey y se echó a llorar, según nos cuentan quienes estaban a su lado. Es normal, son muchas emociones juntas y perder el Senado es una desgracia irreparable. A este paso van a ser sonados, en el futuro, los pucheros de don Ricardo.

Radio Club ya no es tan tinerfeña; ahora es bastante más canariona; parece normal, teniendo una directora de allá, lo que demuestra poca sensibilidad de los rectores de la cadena SER en el nombramiento. ¿No queda nadie en esta isla? Porque esta emisora era tinerfeña a más no poder. Y que no nos acusen de localistas porque estas cosas, que parecen nimias, tienen su significado.

Pues la fiesta del otro día resultó chunga y aburrida. La mayoría de la gente normal no fue y se limitó a un encuentro político, lleno de reverencias a diestro y siniestro. Se ve que el Paulinato sólo convoca ya a los que chupan sueldo oficial, que la verdad son bastantes, pero no para llenar la sala pequeña del citado Auditorio.

Llamó la atención el "encuentro" entre los senadores Alarcó y Abréu: se miraron, pero no se saludaron. Alarcó ignoró al socialista. ¿Qué harán cuando se encuentren en un avión? Lo hemos dicho algunas veces: pueblo chico, infierno grande.