Hemos dicho a lo largo de las últimas semanas que una opción para Canarias, si España persiste en no concedernos la independencia -contrariamente a lo que está obligada a hacer por razones históricas y humanitarias, amén del debido cumplimiento de unas leyes internacionales- es vincularnos a un país africano como estado libre asociado. También hemos dicho que ya decidiríamos nosotros, libre y soberanamente, cuál sería ese país. Sin embargo, ¿con qué nación llegaríamos a tal acuerdo? ¿Con Mali, por ejemplo? Por supuesto que no; eso sería absurdo siendo, como lo somos, vecinos de Marruecos y compartiendo tantos intereses con el reino alauita. Lo que no podemos es seguir con la situación actual, cada vez con más parados, más hambre, más miseria y más desolación. Males que nos vienen impuestos, ante todo, por nuestra situación colonial, pero también porque nos gobierna un político torpe y déspota, rodeado de una caterva de inútiles políticos que están arruinando de forma irreversible a Canarias.

Entre los más nefastos miembros de este mariachi que rodea al inepto político Paulino Rivero debemos citar a Fernando Ríos. Un personaje terco que sigue empeñado en que las aguas que rodean a las Islas no son españolas sino canarias, cuando la realidad es que no son ni canarias, ni españolas; son marroquíes. ¿Es que este niñito de su papá político no aprendió geografía cuando iba a la escuela? ¿Cuántas veces tenemos que decir que no somos un archipiélago oceánico sino costero? Costero, en la costa de Marruecos y dentro de su Zona Económica Exclusiva. No tenemos aguas propias. Ni siquiera posee España el dominio sobre las doce millas de mar territorial. El dominio político sí, pero nada más.

Sin embargo, haciendo uso de esa mencionada terquedad -propia de políticos iletrados- afirmaba Fernando Ríos, en un artículo publicado en un periódico de tirada mínima que está al servicio del Gobierno y de su jefe, que "la pertenencia de Canarias al Estado español supone que todas las aguas canarias sean españolas y viceversa, que todas las aguas españolas sean canarias". Qué fácil, apostillamos nosotros. Pero, ¿realmente hay alguien que se pueda creer esta patraña, al margen del memo político que la ha dicho, además, por escrito? Para empezar, ¿qué es eso de que Canarias pertenece al Estado español? ¿Cómo puede decir esto alguien que se declara nacionalista? Salvo que ser nacionalista, desde el punto de vista de los que militan en Coalición Canaria, suponga perpetuar una dominación colonial que ya va para seis siglos. Qué tomadura de pelo; qué engaño; qué traición a un pueblo al que tan descaradamente le piden sus votos estos falsos nacionalistas. ¿Cuánto más va a tardar la gente en echarse a la calle, si en otros lugares el pueblo ha salido de sus casas incluso por motivos no tan graves?

Lo escrito por Fernando Ríos, como diría Ortega y Gasset, no tiene ni pies, ni cabeza, ni el resto de la materia orgánica que media entre los pies y la cabeza. De forma parecida, otro artículo, esta vez salido de la pluma de uno de nuestros colaboradores habituales, dice algo que nos parece importante matizar. "La fortuna de su rey (se refiere nuestro colaborador al monarca alauita) está en el séptimo puesto de las monarquías del mundo, con 2.500 millones de dólares, superando con creces a los emires de Qatar y Kuwait. Y la fórmula que se tiene para esta depredación es bien sencilla, y es que en Marruecos es el pueblo el que cada día enriquece al rey comprándole productos de sus múltiples y variadas empresas". Añade este autor en su artículo que "el rey de Marruecos es, desde hace tiempo, el primer banquero, asegurador, exportador y agricultor de su país, que ha sido asesorado por dos íntimos colaboradores, perfectos estrategas del adueñamiento de la economía y de la política del reino, según relatan los periodistas Laurent y Graciet en el libro que acaban de escribir bajo el título de El rey depredador. Apoderarse de Marruecos".

Esos son asuntos de política interior, añadimos por nuestra parte. ¿En qué nos afecta a nosotros, como canarios, todo eso? Nuestro problema no es lo que hace quien manda en Marruecos; nuestro problema es que, después de casi seis siglos de explotación, seguimos siendo una vil colonia española. Ese, y también que estamos en manos de un Gobierno regional formado por perdedores: los perdedores del PSOE y los derrotados de CC. Un partido en el que, insistimos, hay patriotas, pero están amordazados por Paulino Rivero, Ángela Mena, Ricardo Melchior, Ana Oramas y otros sinvergüenzas políticos. Son esos patriotas los que podrían revivir un partido hoy por hoy moribundo. Un partido sin ideología. Se dice que la incorporación del PNC a las filas de CC se hizo a petición de los responsables de esta última formación para tener una apariencia nacionalista. Esa fue la razón del pacto con Juan Manuel García Ramos. Una situación lo suficientemente complicada, además de vergonzosa, para que nos estemos complicando la vida con la fortuna del rey de Marruecos. A nosotros, como canarios, lo que nos interesa es compartir unos intereses con un vecino que tenemos a menos de cien kilómetros de nuestras costas, mientras que España nos queda nada menos que a 1.400 kilómetros. Demasiado lejos para seguir obedeciendo sin chistar lo que nos dictan nuestros "amos" peninsulares. Lo importante, insistimos, es la relación que podamos mantener en el futuro con la nación española. También con la nación española, pues nuestra idiosincrasia siempre nos ha llevado a tratar con afabilidad a todo el mundo; incluso a aquellos que tanto daño nos han hecho como los españoles.

No obstante, que tengan cuidado los españoles. Si el Gobierno de la metrópoli persiste en su actitud irracional, casi diríamos que criminal, de no devolvernos la libertad que le fue robada a sangre y fuego a nuestros antepasados, es posible que ocurra en este Archipiélago lo que sucedió en Filipinas, donde el español fue borrado por el inglés y el resurgimiento del tagalo, que es la lengua local; la que los invasores coloniales españoles intentaron erradicar. Hablaremos el guanche o el inglés, pero terminaremos por despreciar el español al igual que hicieron los filipinos. Pero no queremos llegar a eso. Si no nos obligan, nuestra intención es conservar la lengua, la cultura y las relaciones políticas -y de toda índole- con España. Eso sí, siempre y cuando este país, hoy abusadoramente colonialista con nosotros, nos dé facilidades para acceder a nuestra libertad, nuestra identidad y nuestra dignidad. Es decir, si nos devuelve lo que nos pertenece porque lo teníamos antes de la invasión genocida. En nuestro pasaporte ha de figurar que nuestra nacionalidad es la canaria y no la española, porque esa es una mentira que no se cree ningún habitante ni de Europa, ni del mundo.

Nuestros antepasados sufrieron una invasión cruel. Durante cien años resistieron a un invasor mejor pertrechado para la guerra que ellos, pues un pueblo pacífico, como era el caso de los guanches, carecía de armas sofisticadas para aquella época y también, en su igualmente condición de hombres y mujeres nobles, no usaban la traición para jugar con ventaja ante sus adversarios; los castellanos, sí. Y acabamos.

El viernes se conocía que el desempleo ha vuelto a aumentar durante el mes de enero en España y en Canarias. A las muchas personas que siguen sin trabajo en nuestras Islas hay que añadir 4.915 desempleados más. ¿Qué hace Rivero y su Gobierno por evitar que nos sigamos hundiendo en el pozo negro al que nos han arrojado por su incompetencia política? ¿Cuándo va a dimitir este necio y a marcharse de las Islas? ¿Cuando ya no quede ni un solo canario con trabajo?