Circula por ahí la especie de que muchísimos de los parados censados en Canarias proceden del extranjero y de otras provincias españolas, que han dejado de trabajar, sobre todo por la crisis de la construcción. Y que reciben su salario de desempleo en sus bancos, pero ya no están aquí. Puede ser. Dicen esas voces que no hay tantos canarios de verdad sin empleo y que los datos oficiales -los de la EPA- llevan a engaño.

Puede ser, pero no hay más que echar un vistazo a los comedores de caridad y a las actuaciones de Cáritas para darnos cuenta de que en las Islas hay una grave situación, incluso de hambre física. Nunca, que se recuerde, habíamos llegado a estos extremos de falta de recursos, de familias con todos sus miembros en paro y de desesperanza.

Los datos que nos trajo la Encuesta de Población Activa son demoledores. Casi un 33% de parados en Canarias, más de un 24% en España. ¿A dónde vamos a parar? Y lo único que se le ocurre al Gobierno de Rajoy, y también al de Paulino Rivero, es arremeter contra la economía sumergida, que al menos palia el hambre de muchísimas familias. Esto no hay quien lo aguante.

La sociedad canaria vive bajo una atmósfera irrespirable, pero en el tejido empresarial mediano y pequeño el descontento se hace clamor. Nadie apoya a las pymes y autónomos; miles de ellos figuran en los registros de morosos y, por tanto, se encuentran inhabilitados para acceder al poco crédito que los bancos ofrecen en estos momentos; y el poco que existe, a un interés altísimo.

El sábado pasado, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dijo que no sabía cómo no les daba vergüenza a los socialistas -que ahora protestan por las duras medidas económicas puestas en marcha por su Gobierno- salir a la calle, cuando fueron ellos los que nos han metido en este problema. Tiene razón, pero ello no justifica la mentira a los ciudadanos; la mentira sistemática que el Gobierno de Rajoy ha ejercido desde que tomó posesión. Si la caja está vacía, porque los socialistas la dejaron vacía, y es preciso variar drásticamente el rumbo de la economía, que se lo expliquen claramente a los ciudadanos. Pero que no nos mientan.

Esta comunidad autónoma vive días muy tristes y datos desalentadores. Cunde la depresión entre los empresarios. De todos con los que hablo obtengo la misma respuesta: el anuncio del cierre de sus empresas y el despido de sus empleados. ¿Es sólo una crisis económica o una crisis terrible de moral? Yo creo que las dos cosas.