La fecha de hoy, Primero de Mayo, día internacional del trabajo, solo puede celebrarse en Canarias como una jornada de luto. Poco margen queda para las alegrías en una región con el 32 por ciento de su población en paro. Un porcentaje que asciende al 50 por ciento si hablamos de los jóvenes que tanto esfuerzo han realizado para formarse, y en cuya formación tantos recursos ha gastado la sociedad. Y decimos región abusando del lenguaje, porque Canarias no es una región española, ni una comunidad autónoma española, ni una región ultraperiférica europea. Canarias es una nación sometida a un régimen colonial que le usurpa su Estado. De esto tienen la culpa los españoles, asimismo responsables de la brutal crisis que padecemos porque se niegan a concedernos la libertad que propiciaría nuestra recuperación, y también Paulino Rivero por su incapacidad política y su empeño en seguir en el cargo a toda costa, aunque para ello tengan que pasar hambre los canarios.

No podemos seguir con el presidente Paulino Rivero. Tampoco podemos consentir que se perpetúe ni un solo día más nuestra esclavitud colonial. ¿Hará el Gobierno español el gesto de iniciar, simplemente por motivos humanitarios, las conversaciones conducentes a que consigamos nuestra independencia? ¿Tendrá Paulino Rivero un gesto de nobleza y dimitirá para, acto seguido, exiliarse y meditar durante el resto de su vida el daño que ha hecho a estas Islas? ¿Podemos esperar esa sensatez del actual Gobierno español, formado por personas políticamente más civilizadas que los socialistas? Los socialistas siempre han sido más progres, más atrevidos y más sucios políticamente hablando, además de manipuladores de la calle. El sentido común de proteger a las familias y arropar a los empresarios, que son los que crean empleo y pagan impuestos para que pueda existir el Estado del bienestar, nunca ha entrado en sus planes.

Tiene que llegar la independencia para que acabe la miseria, para que desaparezcan las colas del hambre, las listas de espera en los hospitales y la emigración forzada de nuestros jóvenes. Tenemos que ser una nación soberana con su Estado para que cada cosa esté en su lugar y cada isla en el que le corresponde por su importancia y atractivos de la naturaleza. Nos pregunta la gente a diario cómo es posible que la tercera isla en extensión, la segunda en población y la primera en egoísmo y rapiña pretenda imponerse sobre las demás. Una isla cuya población nunca ha tenido la altura intelectual, cívica, cultural y política del pueblo tinerfeño y, por extensión, de toda la provincia occidental. ¿Cómo una ciudad -que por allá llaman la "capitá"- siempre bajo una pesada panza de burro pretende ser la capital de Canarias? Una isla, para más inri, cuya historia está plagada de traiciones a los aborígenes y connivencias con el invasor español. La conquista de Tenerife fue posible gracias a que el conquistador peninsular contó con el apoyo de las huestes traidoras de Las Palmas.

La actitud de los dirigentes políticos de Las Palmas es un serio obstáculo para que Canarias avance hacia su estatus de nación soberana. La prueba de cuanto decimos la tenemos con lo que ha ocurrido durante los últimos días con ese nuevo intento de rapiña a Tenerife, esta vez a cuenta de la Universidad de La Laguna. En Las Palmas no tiene por qué existir una universidad, y mucho menos en los tiempos de penurias por los que pasamos. Bastaba con la existencia de campus universitarios que ya estaban preparados por iniciativa de la Universidad de La Laguna. Sin embargo, el Gobierno traidor de CC cedió a la promesa que hizo Manuel Hermoso en el hotel Iberia de Las Palmas y dio vía libre a la constitución de una segunda universidad que mermaba a la hasta entonces única, e importante, institución canaria de enseñanza superior. Un error que había comenzado años atrás cuando Antonio González, con la mejor intención pero equivocadamente, accedió a que se crearan las escuelas politécnicas de Las Palmas, lo cual les dio alas para reclamar después la universidad. Debemos confesar que también contribuyó a este proceso la apatía tinerfeña a la hora de resolver el alojamiento en La Laguna de los alumnos de Las Palmas, que no eran tantos. Ahora son más, pero no los suficientes para justificar una universidad.

Por lógica, por geografía, por centralidad incluso, y también por economía, la capital de Canarias debe ser única y estar situada en la principal de las islas, como ocurre en cualquier archipiélago del mundo. La capital tiene que estar en Tenerife, bajo el símbolo que le ha dado la naturaleza a Canarias como emblema: el Teide. Un emblema situado en el centro mismo de la mayor de las islas a modo de faro que guía a las demás. ¿Cómo una islita pretende ser la que nade sobre las demás?

Para colmo de males, como si no fuera poco el colonialismo español y la desmedida ambición canariona por usurpar lo que en derecho poseen las demás islas, nos ha caído la desgracia política de Paulino Rivero; un dirigente maniobrero y nulo. Cualquier barrendero tiene más capacidad que él. Repetimos que hablamos en su aspecto político. No dudamos de que muchos universitarios tengan que acabar como barrenderos -una profesión honrosa- por su culpa. ¿Cuándo se marchará con su esposa a la tierra de la zarina, donde es seguro que ambos serán bien recibidos por los españoles?

Paulino y su Gobierno tienen que desaparecer. Por eso nos parece bien la propuesta de Cristina Tavío de suprimir, provisionalmente, la Administración autonómica y quedarnos solo con los cabildos. Es la mejor opción hasta que acabe la legislatura para no seguir con Paulino Rivero y también hasta que llegue la independencia. En cambio, no aceptamos, en principio, el plan de Manuel Fernández de suprimir los dos principales cabildos de Canarias, porque entendemos que de esa forma se refuerza el colonialismo.

También queremos llamar la atención del lector sobre el artículo publicado el pasado domingo por nuestro colaborador Andrés Miranda con el título "Sin frenos hacia el abismo". Afirma Miranda, expresidente del Cabildo de Tenerife, que no es soportable un 32% de paro por justicia y por humanidad. "Para que termine esta desagradable fiesta en Canarias deberemos volver a las Mancomunidades de Cabildos que tan ejemplarmente funcionaron durante tantos años y que fueron todo un modelo para muchas diputaciones y ayuntamientos peninsulares e insulares. ¡Qué tiempos en Canarias desde 1972 a 1978 -año de la creación de las diecisiete autonomías- con el REF, la JIAI y la JEIC y una armonía regional de progreso envidiable! Seguimos viviendo de muchas de aquellas rentas". Estamos totalmente de acuerdo.

¿Cómo se atreve Paulino Rivero a salir a la calle con 362.000 canarios sin trabajo? ¿Cómo es posible que se pueda subir a un automóvil oficial o, peor aún, volar en helicóptero, con tantos compatriotas suyos pasando hambre? ¿Cómo es posible que siga con sus viajes de lujo a Marruecos, no sabemos con qué fin? ¿Hasta cuándo va a soportar el pueblo canario este despotismo?