CON LA QUE ESTÁ cayendo, algunos todavía quieren ponerle puertas al campo y siguen emperrados en limitar los horarios comerciales y en abortar el nacimiento de nuevas grandes superficies. En el mundo en que vivimos es imposible.

Todas las directivas europeas establecen ya la libertad de horarios y la libertad comercial, pero este país, como en tantas cosas, se queda atrás en esto. No es posible, porque son imparables, limitarlas. Los comercios tienen que abrir cuando les dé la gana y será el mercado quien regule la oportunidad de ello.

Está demostrado que las grandes superficies no dañan al pequeño comercio. Por dos motivos: porque el pequeño comercio puede anidar en ellas y porque las tiendas "de toda la vida" se pueden reunir en zonas ciudadanas especiales, con encanto, con categoría, con ansias de renovación, con espíritu de lucha. Y ahí no llegan los grandes espacios.

Se tiene que acabar el comerciante acomodaticio, con el mostrador de madera lleno de cucarachas. No; hay que cambiar la decoración, cambiar la mercancía, adaptarse a los tiempos y luchar en un mercado distinto y con objetivos distintos. Porque si se han roto los tiempos -que están rotos- también se tienen que romper el tedio y las prácticas de pobres. Hay que ser ambiciosos, no anquilosarse en la desgracia. Ni pasarse los días protestando por todo.

Aquí en las Islas, y fundamentalmente en la de Tenerife, hay un grupito que lucha contra la modernidad. Lucha contra las grandes superficies, alegando -a lo pobre- que atentan contra la actividad del pequeño comercio. Todas las estadísticas demuestran que se trata de una premisa falsa. Hace falta imaginación y deseos de renovación para convertirse en "complementarios" de pleno derecho. Creando zonas urbanas de categoría; convirtiendo esas zonas en lugares de encuentro y compras de la población. No basta con crear esa Zona Centro, es preciso potenciarla. Y que se pidan las ayudas precisas. Pero el pequeño comercio no puede pasarse la vida quejándose de todo y arremetiendo contra el progreso. Es mucho más fácil adaptarse a él. Miren La Laguna; un éxito.

Yo creo que a buen entendedor, sobran las palabras. Estamos un poco cansados ya de escuchar estas quejas. Pónganse manos a la obra, creen la riqueza que crearon sus padres y abuelos, pero adáptense a los nuevos tiempos y a los nuevos gustos comerciales. No se queden con la boca abierta mientras los demás salen adelante.