JOSÉ MANUEL García Margallo, ministro español de Asuntos Exteriores, ha dado esta semana la voz de alarma ante el auge del terrorismo en el Norte de África. Le preocupa de forma especial al jefe de la diplomacia española la posibilidad de que Al Qaeda consolide un estado extremista islámico en Mali, país que se encuentra a escasos 1.300 kilómetros de Canarias. Una distancia menor a la que separa nuestras Islas de la Península. "El extremismo está creciendo con fuerza en Mali –dice Margallo– concretamente en el norte, donde dispone de una extensión superior a la de Francia controlada directamente por movimientos terroristas".

Le agradecemos al ministro español de Exteriores la preocupación que muestra por Canarias. Tiene razón cuando dice que estamos a 1.300 kilómetros de Mali, pero, como acabamos de decir, nos encontramos a más distancia de la metrópoli que nos coloniza; es decir, de su país, que sigue comportándose como una nación esclavista en lo que respecta a Canarias y a los canarios. Podemos estar a 1.300 kilómetros de un posible estado islamista, pero estamos nada menos que a 2.000 de Madrid. ¿Cómo puede protegernos España si España es un país internacionalmente desprestigiado que, además, se encuentra situado en otro continente? ¿Por qué no nos devuelven la libertad que nos robaron hace casi 600 años y nos dejan defendernos por nosotros mismos? Llegado el caso podemos ponernos bajo el manto protector de la ONU y de sus fuerzas.

Nos inquieta lo que también se ha dicho en estos días respecto a la posibilidad de convertir a Canarias en una plataforma para la intervención militar de países occidentales contra Al Qaeda en África, concretamente en Mali. ¿Y a nosotros quién nos ha preguntado si estamos dispuestos a asumir estos riesgos? ¿No le parece poco a España y Europa con las bases que tiene el Ejército español en Canarias? Unas Fuerzas Armadas a las que respetamos por su dignidad y abnegación, como hemos manifestado en numerosas ocasiones, pero que son unas fuerzas de ocupación.

No podemos seguir sirviendo a los intereses de España y de su calamitosa política internacional. España no puede defendernos, lo repetimos, porque es un país en ruinas cuyo Ejército está desmoralizado pese a su probado valor. Solo podemos esperar una defensa adecuada si establecemos las alianzas que más nos convengan a nosotros, y no al Gobierno de Madrid, con organizaciones supranacionales como la OTAN. Además, ¿podrían hacer algo las autoridades españolas para salvaguardar nuestra identidad y nuestra libertad como pueblo si Marruecos decidiese anexionarnos? Una opción que el Gobierno de Rabat puede ejercer cuando le plazca porque Canarias está en la Zona Económica Exclusiva de Marruecos y este país cuenta con la plena confianza de Estados Unidos. De hecho, es el mejor aliado de Norteamérica para controlar los movimientos extremistas en el Magreb que tanto le preocupan –¡a buenas horas!– al Gobierno español.

¿Qué tiene que ver Canarias con España? En todo caso es España quien tiene que ver con Canarias porque está obligada a concederle la independencia de inmediato. Lo está porque así lo establece la ONU mediante la Resolución 1.514 de su Comité de Descolonización de los Pueblos. Y no solo eso. Debemos romper los lazos coloniales con España porque no pertenecemos al territorio español. Estamos en otro continente. Somos un Archipiélago costero africano. A quien debía preocuparle el establecimiento de un estado totalitario en Mali es al Gobierno de Canarias. Lástima que este Ejecutivo, además de ser una marioneta de España –nuestra metrópoli sigue disfrazándonos de autonomía para ocultar a Europa y al mundo los abusos coloniales que sigue cometiendo con la población de estas Islas–, esté presidido por un necio político que no se entera de nada. Por un mago, políticamente hablando, que no tiene ni idea de política internacional salvo –eso parece– para irse de vacaciones a las islas del Pacífico o al país de los aztecas.

Si el señor Margallo, y con él todo el Gobierno español, están preocupados por lo que le pueda ocurrir a España debido a la proximidad de Canarias con Mali, que nos concedan la independencia y se acabó el peligro para España. Ya sabremos resolver nuestros problemas como ciudadanos de una nación noble –España no lo es–, neutral y con el peso que le correspondería en los foros internacionales, que sería mayor que el español en la actualidad. A los canarios nos aprecian mucho más en Europa y en el mundo que a los españoles, porque a quienes llevan más de medio milenio esclavizándonos y saqueándonos no los quiere nadie. Todo lo contrario, porque España siempre ha sido un país detestable y detestado. Como una nación soberana y dueños de nuestro cielo y nuestro mar, mantendríamos unas excelentes relaciones con Marruecos y con otros países africanos, sin por ello perder nuestra cultura europea. Como nación independiente, todo serían ventajas; como una vil colonia de España, todo son inconvenientes. ¿A cuánto no llegaríamos gestionando nuestros propios recursos? Recursos que hoy, lo reiteramos, se lleva la Hacienda española de una forma feroz y hasta sospechosa, pues estamos convencidos de que España quiere arrasar Canarias mientras pueda para que estemos desnudos cuando no le quede más remedio, tanto por la presión internacional como por la del propio pueblo canario, que concedernos nuestra ansiada libertad. Los egoístas dirigentes españoles quieren que no tengamos un euro en que apoyarnos cuando llegue ese momento.

¿Qué nos puede esperar si seguimos unidos a un país cuyos empresarios prevén que tenga seis millones de parados el próximo año? ¿A dónde vamos a parar mientras sigamos uncidos a España, sufriendo las consecuencias de su Constitución y de sus leyes? ¿Por qué no nos constituimos de una vez en un Estado independiente con nuestras propias leyes e instituciones?

Lástima que no tengamos el nacionalismo fuerte que sí existe en Cataluña y el País Vasco. Salvando honrosas excepciones, que las hay y son muy dignas, el nacionalismo canario es un movimiento colaboracionista con los colonizadores españoles. Se conforman con que les echen unas migajas en Madrid. Hasta los perros son mejor tratados por sus amos que nosotros por quienes nos doblegan. Los políticos de Coalición Canaria son cipayos de los colonialistas y Paulino Rivero es el peor de ellos. Ni él ni su goda política están al servicio de los canarios –de esos isleños agobiados por la miseria y el hambre que ellos mismos han creado–, sino de los peninsulares.

Como no quieren que el pueblo sepa todo esto, como les aterra que la gente llegue a saber cuál es la magnitud de su felonía política, tratan de silenciar a un periódico patriota, como es EL DÍA, y a su editor. Nos acosan en todos los frentes, incluido el judicial. Simultáneamente, mantienen una Televisión Canaria, así como una Radio autonómica, pagada con los impuestos de todos, incluidos los que paga esta Casa, con el fin de que no pase un día sin que glosen los logros de esta pareja políticamente rumana. ¿Qué logros?, nos preguntamos. ¿Puede ser un motivo de orgullo para alguien, salvo que ese alguien sea un demente político, la existencia de 372.000 parados? ¿Lo son las colas del hambre y la muerte en las listas de espera sanitarias? ¿Lo es la emigración de la juventud? ¿Lo es tener uno de los peores sistemas educativos de Europa?

Por si fuera poco con la Radio y la Televisión autonómicas, cuentan Rivero, la goda política y sus secuaces con la entusiasta colaboración de dos periódicos generosamente subvencionados con el dinero de todos. Esta es la forma de gobernar de quien, como señalamos en nuestro comentario del viernes, no ganó las elecciones.

Hoy nos congratulamos de presentar a nuestros lectores un suplemento sobre La Gomera que es, en realidad, nuestra forma de ayudar a esa isla a recuperarse lo antes posible de los perjuicios económicos del incendio. EL DÍA únicamente lamenta que no todas las instituciones hayan estado a la altura, y que quien está obligado a contribuir a esta causa, incluso para suavizar las sospechas de desgobierno durante el prolongado siniestro, haya preferido, creemos que intencionadamente, no colaborar publicitariamente. Nos referimos al Gobierno de Canarias, que, sin embargo, con los impuestos de todos, incluido EL DÍA, que los paga religiosamente, contribuye a mantener dos medios de la competencia porque elogian la labor del necio y déspota político Paulino Rivero.