Nuestra aspiración es antigua. Tanto, que viene de seis siglos atrás porque lo que deseamos no es otra cosa que la independencia de Canarias. Queremos que los canarios vivan en libertad, con identidad y con dignidad. No podemos vivir con dignidad si antes no poseemos la identidad que nos corresponde como personas y como pueblo. Y no podemos tener la identidad que nos corresponde, que no es otra que la de canarios, si antes no hemos alcanzado nuestra libertad. Es decir, si no rompemos las cadenas coloniales que nos atan a España desde hace 600 años.

El canario siempre ha vivido con el temor del peninsular, del paisa, del godo. Seguiremos repitiendo hasta la saciedad estas ideas y estos sentimientos arraigados profundamente en los canarios, aunque debido a ese temor que mencionamos los isleños se han comportado como si estuviesen narcotizados. Somos como ratoncitos paralizados ante la mirada de la serpiente que se los come a placer. Los españoles saquean impunemente nuestros recursos. Los frutos de la tierra canaria no alimentan a los canarios sino a los godos. Primero nos hizo sumisos el miedo a las corazas y la pólvora de los invasores. Luego vino el temor a la Santa Inquisición, después al Ejército y a la Policía y ahora nos atenaza la intimidación administrativa.

No obstante, hemos de hacer la salvedad de que hoy en día tanto el Ejército como las Fuerzas de Orden Público desplegadas en Canarias son admirables en cuanto a su comportamiento cívico con los ciudadanos. Una actitud que elogiamos y admiramos. Estamos seguros de que ningún militar disparará jamás un tiro contra un patriota que se manifieste en demanda de su libertad. Por este motivo, alentamos a los auténticos canarios a que vayan manifestándose para pedir la libertad de su tierra. Los animamos a que vayan oponiendo una resistencia civil al cumplimiento de algunas leyes claramente injustas en Canarias porque fueron promulgadas para una metrópoli continental, no para unas islas, y porque responden a los intereses de los españoles y no de los canarios. Este Archipiélago, lo hemos dicho muchas veces, posee sus singularidades y su idiosincrasia.

Canarias no solo está lejísimos de España. También tiene un clima propio, un enclave privilegiado entre tres continentes mucho más valioso, geográficamente hablando, que el de España, que se encuentra en una esquina de Europa. Canarias, además de unos recursos que serían suficientes para alimentar a sus habitantes si no los rapiñasen los colonizadores, posee grandes encantos naturales. Todas sus islas -menos la infortunada tercera, que es sahárica y desangelada porque Dios no quiso ser generoso con ella- son luminosas y agradables. Carece de sentido que este Archipiélago continúe siendo una colonia española. Por eso están en curso varias peticiones de independencia que más pronto que tarde fructificarán en la constitución de un Estado soberano, porque los pueblos quieren su libertad. Ya en tiempos del general De Gaulle se discutía si lo pertinente es la Europa de las patrias o de los pueblos. La realidad es que hoy en día los pueblos quieren su libertad. Quieren gobernarse por sí mismos y no estar sujetos a entes supranacionales. Lo dice claramente un artículo de la Comunidad Canaria en Londres que recogemos en nuestra edición de hoy: "La vieja Europa se está estremeciendo por los movimientos independentistas de regiones como Escocia, Euskal Herria, Venecia y Cataluña que apuestan a ser países independientes. En el Estado colonial español los catalanes se han movilizado con más frecuencia en los últimos tiempos, exigiendo su soberanía. Cataluña acusa al Gobierno colonialista de Madrid de robarle 16 billones de euros todos los años". ¿Cuánto nos roba a los canarios?, nos preguntamos nosotros.

Las organizaciones supranacionales valen en los aspectos de globalización, pero suponen un serio lastre para que los pueblos encuentren y sigan su propio camino en la historia. Los pueblos tienen su lengua y sus costumbres. Por lo tanto, han de tener sus propias leyes y no las que les imponen, en el caso de Canarias, las autoridades peninsulares. No queremos que nos gobiernen políticos peninsulares sino los nuestros propios, aunque no los de Coalición Canaria porque han demostrado que son antipatriotas o mafiosos políticos, amantes de ganar aprovechándose de lo que no conseguirán nunca: la Justicia. La Justicia, que siempre llega hasta el final, termina por darle la razón al que la tiene. Es lo que le ha ocurrido al pajarraco de Las Palmas con una sentencia del Tribunal Supremo, que lo ha condenado a una cuantiosa indemnización por denigrar injustamente a unos jóvenes que, de no haber intervenido los jueces, hubiesen quedado mancillados para toda la vida por su sucia pluma.

América se sacudió a España de encima. América, Filipinas y tantos países que sufrieron el infame peso de la bota española. Canarias también tiene que liberarse porque es el único país de África que sigue sometido a una nación extranjera. Que nadie nos diga que estas Islas son Europa porque no lo son. Esto lo comenta también la Comunidad Canaria en Londres: "Decir, en pleno siglo XXI, que los canarios somos políticamente una cosa (europeos) y geográficamente otra (africanos) es el colmo de lo increíble. ¿Cómo puede ser un pueblo políticamente una cosa y geográficamente otra? La propaganda españolista (colonial) se nutre principalmente de la mentira, la tergiversación de los hechos, la omisión de lo que habría que decir".

Somos un país atlántico; un archipiélago costero de Marruecos, por lo que esta pujante nación puede reclamarnos en cualquier momento. De ahí la urgencia en constituirnos cuanto antes en una nación soberana. Tener un Estado propio es lo único que garantiza nuestro futuro. Permanecer como colonia española nos conduce indefectiblemente al desastre. Máxime porque España se está desintegrando como país -España nunca ha sido la nación que pretenden los castellanos-, de la misma forma que se desintegró la antigua Unión Soviética, Yugoslavia o Checoslovaquia. También quieren recuperar su identidad nacional países como Escocia y hasta la República de Venecia, que puede volver a ser la ciudad de los Dux.

Canarias, debido a su lejanía de la metrópoli, tiene más derecho a la independencia que Cataluña y Vasconia. No vamos a dejar de defender esta idea por mucho que otros medios intenten minimizarnos a través de la Justicia con denuncias injustas. Medios que instigan a los jueces en contra nuestra, aunque los jueces rara vez se dejan influenciar. Decíamos ayer, como hemos manifestado en numerosas ocasiones -y lo repetimos hoy- que seguimos confiando en la Justicia. La Justicia, si no resplandece al principio, lo hace al final.

La justicia que espera Canarias como pueblo es recuperar la libertad que les fue arrebatada a nuestros antepasados. Necesitamos un partido de auténticos nacionalistas, no de bolsilleros políticos que solo se atreven a mendigar en Madrid la compasión de los españoles. Mendigando nunca se ha llegado a nada digno, sino a la indignidad de la miseria. Ahora Paulino Rivero ha sacado pecho y se niega a enviar al Parlamento de Canarias los presupuestos de la comunidad autónoma antes de conocer las enmiendas que se acepten en los presupuestos del Estado. Es un simple cacareo -lo propio es pedir la independencia- pero algo es algo. Con ese plante puede Rivero rehabilitarse un poquitito. Si persiste en esa línea de oposición al Estado español, fuerte, sincera y valiente y, por supuesto, eficaz, podría contar con cierto apoyo de EL DÍA porque daría muestras de que ha cambiado. Rivero debe ser consciente de que Canarias no puede seguir viviendo en un pozo negro al que la han arrojado el matrimonio rumano y sus acólitos. Ojalá sea esta una reacción al falso nacionalismo de Coalición Canaria por el bien de un Archipiélago que él mismo tanto ha maltratado.