Hay que ver qué ducha de moral les han dado a estos carcamales trayéndolos otra vez a la actualidad. an desempolvado los galones y alguno -como Juan Alberto Martín- ha recurrido al exotismo: se presentó a la primera reunión de la Gestora de la Fundación CajaCanarias (celebrada el viernes) de oscuro y con blanco sombrero Panamá, aunque yo creo que no era auténtico. ¡Si el coronel Tapioca levantara la cabeza!

Más incendiaria fue la Pelayo, que resucitó el lenguaje de la Transición: "¡Compañeros!", dijo a los empleados, "¡no temáis!", tronando con acento cuartelero.

La nota triste y radiante va la novia la puso Miguel Becerra, que acudió a la segunda planta del edificio hecho con piedra de Tindaya de luto riguroso. Como si se hubiera acabado de morir. Con el calor que hacía, la vestimenta no era propia, pero yo no he visto a Becerra sino con atuendo funerario, desde los tiempos en que Adán Martín se paseaba por la Isla con sus hombres de luto. No se aliviaban jamás.

Y para cerrar el desfile -Daranas no vino, La Palma está lejos-, Marisa Tejedor prefirió el traje de chaqueta, que es muy socorrido en la indefinición.

Por pedir, ya pidieron arqueo de caja, los poderes de los gestores y otros datos que les proporcionará Alfredo Luaces. Todos se quedan porque el objetivo sólo era echar a Álvaro Arvelo, que, en contra de lo que dicen por ahí los juglares culichichis de Paulino, no cobraba nada en la fundación. Ni un solo euro.

Buscando y buscando en las raíces del odio, eldiariodetenerife.com concluye que Rivero no soporta que Arvelo sea amigo de los críticos de Paulino Rivero en los medios de comunicación. Dicen que es por esto por lo que ha armado tremendo follón. Y me llega también que la gestora intentará perpetuarse hasta que se sustancie el contencioso, no menos de un año. Es un quítate tú para ponerme yo. No habrá nuevo patronato hasta que el tribunal decida. Y qué tribunal. Ya hablaremos.

Arvelo tendrá que aguantar estopa porque empiezan a largarle desde medios residuales y desde el "Canarias 7". Juan Francisco (García González) no soporta a Álvaro porque éste gestionó muy bien y por muchos años CajaCanarias y al otro lo echaron -injustamente, tengo que decirlo- de la "Insulá". Nunca tragó García González a Arvelo, a pesar de que los dos se abrazaban de vez en cuando. ay amores que matan. Juan Francisco ha sufrido en sus carnes la intolerancia de los políticos; por eso debería ser ahora más comprensivo. (El consejo es gratis).

El autor del desaguisado, Paulino Rivero, se ha metido en un buen lío. Todavía le puede salir mal la operación, que parece una vendetta barata. Está yendo Rivero demasiado lejos quizá, haciendo realidad aquella máxima que yo escuchaba mucho en Venezuela (país al que él no puede entrar): "El poder hay que ejercerlo".

El desfile de aquellos modelos cáusticos y el lenguaje de la bendita Transición cesaron con unas cañas en el bar de al lado de los dos más enlutados. Yo estaba allí para ver el maletón de Becerra, demasiado grande para la actual actividad de Gestur, que no da para pipas. Aunque sí dio mucho en el pasado (ay, si las paredes hablaran).

Ahora el diapasón mediático bajará. Los perros dejarán de ladrar, embotados y llenos de baba, pero metidos en las casetas. Álvaro se rearmará en sus posesiones de El Sauzal. Y es que en El Sauzal está todo el poder. Nunca un pueblito dio tanto de sí. Entre todos podían componer un auto sacramental para cuando toque. Tenerife contra Tenerife. Esto se cuenta y no se cree. Aunque, entre ustedes y yo, para ver desfilar a la Pelayo, a la Tejedor, al Becerra y al Panamá Jack yo prefiero uno de David Delfín. Y eso que no soy vasioleta.