Esta semana me he dado una vuelta por los juzgados a apoyar a un amigo. Me encantan los juzgados por el hembrerío en general. A mí las togas (de las abogadas, de las juezas, de las fiscales) me ponen, qué quieren que les diga. s que me he vuelto un viejo silencioso y respetuoso, pero de esos vejetes inofensivos a los que les gusta admirar la belleza del otro sexo, en plan zorro. Ni siquiera soy capaz de lanzar un requiebro porque me parece humillante para la mujer; eso por descontado. Cambio de asunto. l otro día hablaba de los "gorrillas" que cuidan (¿) los coches en los alrededores del "Loro Parque" y apelaba al buen juicio del competente jefe de la policía portuense, a ver si los aventaba de allí. Me contesta, cargado de razones, el comisario Francisco Gómez, al que conozco desde chico porque su padre era gran amigo del mío. Y me dice que se levantan continuas actas a los dos "gorrillas" que quedan -eran muchos más-, pero que como la gente no quiere formular denuncias por lo pesados que son y porque les sacan los cuartos a los visitantes del parque, pues que sus hombres sólo pueden levantar acta y hacerles un seguimiento, según las liberales ordenanzas portuenses de seguridad que datan de los tiempos del inolvidable Isidoro Luz y Cárpenter, médico y alcalde de leyenda. Bueno, por lo menos sé que Paco está en el asunto y que, tarde o temprano, los "gorrillas" molestosos caerán en los largos brazos de la ley. Un amigo ha tenido la amabilidad de regalarme, como obsequio tardío de Reyes, la maravillosa "Olympus Stylus 1", que puedo disparar desde mi Iphone 5. s una auténtica gozada la cámara, una novedad mundial. Con la cámara ya son dos los regalos de Reyes que me llegaron, los tres gayumbos de Hugo Boss que me dejó mi santa, unos guantes, oiga, y la "Stylus". Me he ido a Las Cañadas a mandarme un puchero y a sacar fotos del Teide nevado, como buen mago que se ha vuelto uno. Y la resolución de la cámara es un espectáculo. Mi primera máquina de fotos en serio fue una "Nikkormat" que me regalaron unos fotógrafos que ya entonces eran famosos: Ángel Millán (que retrató por primera vez a Bárbara Rey, qué espectáculo, desnuda del todo, sobre un montón de pinocho en la finca de mi abuelo, en La Dehesa, ante mis atónitos ojos y para "Interviú"); Juan Santiso, Jesús Carrero y varios más. Reunieron los cuartos y me regalaron la cámara, que costó 25.000 pesetas de 1975 o por ahí, durante una elección de Miss spaña en el hotel "urope" de Playa de las Américas. Lo mío vende, coño, pero no me salen unas memorias frívolas. Me llama José Domingo Herrera, buen amigo, gran adivino, que fue "somalí" (el que sabe de vinos, según la denominación de un amigo) del "Mencey". Tiene un programa esotérico en una televisión andaluza y está de aquí para allá. "l artículo del domingo pasado no me gustó", me dice. Y bien que lo siento. Me consuela: "No se preocupe que yo a usted lo leo todos los días y sí me gusta lo que cuenta". Mis hijas le tienen mucho afecto porque lo conocieron de chiquitas; yo las llevaba con frecuencia a comer al hotel porque estuve dos años viviendo en el "Mencey". Joder, qué tiempos. Antonio Alarcó se nos ha operado de una hernia inguinal y anda dolorido en su casa. Dice el cirujano: "Yo no sabía que esto dolía tanto y he operado cientos y cientos de ellas". Para aprovechar el sueño de la anestesia, su hijo Javier, que es cirujano plástico, le retocó un párpado que Antonio tenía medio enguruñado. Y ahora, hasta que pase el efecto, Antonio le pica el ojo a todo el mundo. l jueves me entró un virus de estómago que me ha tenido tiritando y con cagaleras un par de días, pero pasó rápido, menos mal. Cambio de tema porque no quiero confundir la cagalera con la fibra óptica, que da velocidad a mi vida. Tengo que agradecer a Paco Velasco, jefe de la cosa técnica de Movistar, y a Julio Luis Pérez Alonso, sus desvelos para que una avería seria de la fibra óptica de mi casa (sin la cual no puedo vivir) fuera solucionada con eficacia, aunque lamentablemente no con prontitud. Pero sí con mucha amabilidad y comprensión. sto de contar mi vida, a fuerza de no tener otras cosas que contar, me gusta. Vaya frío que ha hecho esta semana. Por primera vez en años me he tenido que meter en la cama forrado y con temblores. Posiblemente de la misma flojetud que provoca el virus. He visto poca televisión, la verdad. No me apetece. n general es muy mala. Y un abrazo a Ambrosio Jiménez, que ha tenido una gran alegría esta semana. No puedo ampliar el contenido de la alegría porque Ambrosio me ha pedido que sea discreto. Y eso.

(*) Fue mi amigo Ángel Millán y las fotografías se publicaron en Interviú