Iriome Maroha Marrero Rodríguez es todo un ejemplo de superación. Su pasión es el ciclismo, actividad que comenzó a practicar con apenas seis años: "Aunque aquel primer día no pude pedalear ni 50 metros sin tomar el inhalador", dijo esta orotavense de 17 años, hijo de Sebastián y Rubilú, a quien el deporte del pedal ayudó a superar su problema asmático y alérgico.

"Los médicos recomendaron a mis padres que hiciera algún tipo de deporte y como tenía en clase un amigo que hacía ciclismo me interesó la idea y fui a unos entrenamientos con su equipo para probar", relata Iriome.

"A pesar del cansancio, algo lógico en los inicios de la actividad, continué, aunque cada cierto tiempo mis papás tenían que llevarme al médico para ponerme oxígeno. Recuerdo que me decía que con el tiempo y con el deporte notaría el cambio en la calidad de vida y así es, lo fui notando. Poco a poco me iba superando y lo que empezó únicamente para mejorar mi salud es hoy en día mi pasión, dándome los valores de la constancia, afán de superación y fuerza de voluntad, entre otros", manifestó Iriome Mahora.

Con 17 años, y con más de 100 carreras en sus piernas, esta jovencita del Valle de La Orotava, todo un ejemplo de superación, ofrece un nivel tan competitivo sobre la bicicleta que un club del País Vasco, concretamente el Lointek Sopelana, se puso en contacto con su actual director deportivo, el exciclista Blas González, con la clara intención de... ¡ficharla!

"El equipo tiene entre sus proyectos de este año realizar el Trofeo Euskaldun y la Copa España, entre otros. Es filial del plantel profesional Lointek y participa en pruebas a nivel mundial en categoría femenina", explicó una ilusionada Iriome, quien a partir de mañana y hasta el 5 de marzo participará en una concentración del equipo.

"Será en el Centro de Alto Rendimiento de Getxo y estaré trabajando con chicas que ya son profesionales del pedal", indicó, para añadir: "Será a partir de finales de marzo cuando estaré definitivamente en el País Vasco para participar en las pruebas en territorio peninsular".

Iriome es un ejemplo de la constancia y, al tiempo, de la grandeza del deporte.