El nuevo Hijo Ilustre de Tenerife -con todo el merecimiento-, el deán de la Catedral de La Laguna, Julián de Armas, es un consumado coleccionista de belenes. No sé cuántos tiene pero a mí me regaló uno, muy bonito, fabricado por los famosos hermanos Zacharias, cuya tienda se encuentra en plena plaza de la histórica ciudad de Belén. Yo la visité, hace algunos años. Dos veces he estado en Israel, una en un viaje oficial, con Jerónimo Saavedra; otra vez con Javier Pérez, paz descanse, y el CD Tenerife. Los belenes tienen más valor sentimental cuando, como el mío, están fabricados con madera del Monte de los Olivos, de tanta tradición cristiana y de un gran protagonismo histórico. Julián de Armas es un buen tipo, un cura moderno y enamorado de su magisterio. Una vez le propusieron ser obispo, pero para una sede lejana, y desistió. Otra vez me invitó Julián a ir a Tierra Santa, pero cuando estábamos en Barcelona, camino de Tel Aviv, se enfermó un familiar y tuve que regresar a Tenerife. Me quedé con las ganas de visitar Israel y Palestina por tercera vez. Una de las veces que estuve en Israel paseaba tranquilamente con Paco Carballo, hoy jefe de Correos del Puerto de la Cruz, por el centro de Jerusalén y se formó un pifostio en la xplanada de las Mezquitas, con balacera incluida. Salimos de allí cagando leches y esa misma noche comprobamos en la televisión que estuvimos a punto de meternos en pleno fuego cruzado de agitadores y policía israelita. scapamos en tablas; había mucha tensión, en realidad siempre la hay. Mis viajes a esa zona del mundo me permitieron flotar en el Mar Muerto. Hombre, yo entonces estaba bastante más flaquito, así que era casi imposible hundirme, pero la sensación de bañarte en un mar de sal fue muy curiosa. s una sal muy empegostada y te dan luego unas ganas enormes de darte una ducha de agua dulce, a fondo. Pero enormemente relajante el baño en aquel mar. s emocionante también meterte en el río Jordán, por el mismo sitio en el que Juan el Bautista cristianaba a la gente. s tradición llevarte agua a casa. Yo les traje a algunos amigos míos que querían bautizar a sus hijos con el producto de ese río. Caminas por aquellas tierras y todo es historia. Recogí arena de la orilla del río. Pones la mano en el sitio exacto en el que la tradición dice que nació Jesucristo. Visitas los lugares santos, los que dieron lugar a nuestra era. s realmente emotivo. Y eso que yo soy bastante escéptico con la mitomanía, pero te contagias y no puedes olvidarte de lo que te enseñaron de pequeño. mpecé hablando del padre Julián de Armas, al que veo poco o nada, pero le tengo mucha estima porque es un hombre generoso, caritativo, dedicado de lleno a su ministerio. Su nombramiento como Hijo Ilustre de la isla de Tenerife es absolutamente merecido, de los más merecidos que ha concedido el Cabildo en los últimos tiempos. Además, es Julián persona muy inteligente, que administra con acierto los posibles de la diócesis y que ha vencido en varias ocasiones situaciones difíciles de salud y ahora parece un pibe. Pero ya que estoy con el clero, les diré dónde conocí yo al obispo Bernardo Álvarez, al que le tengo mucho afecto, siendo cura todavía. staba yo en Roma, comprando lo que siempre me llevo de la Ciudad terna: el Anuario Pontificio. Ahí está todo. Todos los cargos de la Iglesia, la cronología de los papas, las sedes apostólicas, los institutos eclesiásticos, todo. Se edita cada año y es un libro caro. staba yo en una librería de la Vía de la Conciliazione en busca del Anuario y me encuentro con Bernardo, al que no conocía sino de vista, que había ido a Roma en visita pastoral con un grupo de católicos tinerfeños. Al obispo le encanta Roma y, además, como es un hombre muy culto, se conoce muy bien la historia de la ciudad. Y la intrahistoria. Luego, ya como prelado nivariense, ha estado muchas veces más en la capital italiana y en el stado del Vaticano. Recientemente fue recibido por el papa Francisco, que charló con él durante un buen rato. l otro día vi, en el 13, el canal de la Iglesia, una película histórica sobre un prelado irlandés, diplomático, cuyo papel interpretaba Gregory Peck. ste hombre salvó a muchísima gente judía, durante la represión de la Gestapo en Roma, en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. Película en la que se justificaba la actuación del papa Pío XII, a la que también se refirió el papa Francisco en la reciente entrevista que le concedió al periodista Henrique Cymerman. l papa actual dijo que docenas de niños judíos habían nacido en el palacio de Castel Gandolfo durante la ocupación alemana y que Pío XII había salvado a miles y miles de personas -yo les digo que muchos a través de este obispo irlandés-. s la película una especie de justificación para intentar borrar la leyenda negra de Pío XII: le achacan no haber condenado al nazismo. No lo hizo para salvar vidas. n fin, que aquí tienen hoy un festival eclesiástico en toda regla. Una vez, hace años, fui con mis dos hijas a Roma, porque ellas querían conocer, aunque fuera de lejos, al papa Juan Pablo II. Hice lo imposible por verlo en San Pedro, pero nada. Incluso tenía una recomendación del barbero del papa, que en Vaticano manda muchísimo. Pero no fue posible. Total, que era verano y me fui con las niñas a Castel Gandolfo, a la audiencia de los domingos. n la audiencia general no cabíamos, así que también fracasamos. Derrotados, ya camino del coche que nos esperaba, perdida toda esperanza, vi cómo unos operarios colocaban en una ventana un repostero con el escudo pontificio. Le dije a una de mis hijas: "No nos vamos, porque el papa va a asomarse por ahí". No se lo creían. Al cabo de cinco minutos, a pocos metros de nosotros apareció Juan Pablo II, sonriente, y nos dio la bendición. Aquello para mis hijas, sobre todo para María ugenia, fue una alegría tremenda porque llevaba varios días con la matraquilla -ella es muy persistente, por eso es también una gran letrada- de conocer al pontífice, ya santo. Ustedes dirán, y con razón, qué mosca me ha picado a mí que hoy no hablo sino de curas, obispos, papas y todo eso. s que yo, a pesar de mi catolicismo laxo, le tengo mucho respeto a la Iglesia, admiro su labor pastoral y caritativa y lamento también sus fracasos. Yo creo que este papa, Francisco, es un tío estupendo. Otro día les hablo de las recomendaciones del obispo de Gerona a los turistas que visitan la Costa Brava, llenas de sentido común y de sentido práctico. ntre ellas, que se diviertan sin meter la pata, que tengan cuidado en las carreteras, que lo pasen bien pero que no pongan en riesgo su vida. Cosas así; como un padre a sus hijos. Me parece realmente fantástico. s la Iglesia de los nuevos tiempos.