La cosa la catapultó a la fama la presentadora de los Oscar de Hollywood, Ellen De Generes, en febrero de este año. Se hizo un "selfie" (una fotografía de sí misma con un móvil "Sansung"), en compañía de Bradley Cooper, Jennifer awrence, Julia Roberts, Brad Pitt, Meryl Streep y otros. Un éxito; el selfie lo vieron más de 43 millones de personas, en directo. Ellen De Generes (hay una réplica suya en España, Eva Hache, la chica de los ojos saltones que alguna vez ha presentado -y muy bien- los premios Goya de nuestro cine) no pensó que su bobería iba a cundir en este mundo tan deseoso de cosas nuevas, así que tampoco pensó que la gente empezaría a morir por culpa de los dichosos autorretratos. En Portugal, un matrimonio cayó por un precipicio, en presencia de sus hijos menores, mientras se fotografiaba a sí mismo y en España una señora, y creo que alguien más, se precipitó desde una azotea haciéndose un "selfie". Me dirán ustedes la necesidad de morir por culpa de una autofoto para enviar a la parentela. Cortemos esa moda de raíz o quizá practiquémosla lejos de azoteas y de precipicios, que sería lo más normal. El famoso "selfie" de Hollywood le ha venido muy bien a "Samsung" y se calcula que le puede traer unos beneficios muy fuertes -¿mil millones de dólares?- y no ha hecho mucha gracia a los otros, a los de Apple. En fin, que el año que viene el presentador o presentadora de los Oscar se inventará cualquier cosa con un Iphone como protagonista. Ya lo verán. Voy a irme a otro sitio, a Candelaria. Menos gente este año en la fiesta de la Virgen, mucho calor y todo muy bien organizado. Ofició el obispo Bernardo, que hizo un bello discurso, bueno, homilía, elaborada y nada hueca. Y estuvo junto a él Daniel ópez, el nuevo rector de la Basílica, que dijo en estos días -y dijo bien- que muchos peregrinos de la Virgen llegaban a Candelaria contentos y "con tintos". Ocurrente y exacto el prior dominico, me parece a mí que un hombre de su tiempo. Presidió Antonio Castro, en nombre del rey Felipe, y no sé por qué esa representación no la tuvo el presidente del Gobierno; ya no me acuerdo quién la ostentó en años pasados. Mi memoria es débil. Agradezco a todos los que me han felicitado por mi cumpleaños, 67 ya, aunque me dicen algunos que aparento siete menos. Esa exactitud en la estimación me hace ser incrédulo. Hablo con Eligio Hernández, prestigioso letrado, querido amigo y condiscípulo, ex magistrado, ex fiscal general del Estado sobre la crítica a la justicia: "Hay políticos y abogados que dicen siempre que respetan las decisiones judiciales pero lo que sienten por la justicia no es respeto, sino temor". Y sobre las críticas a los excesivos aforamientos de políticos, por parte de jueces y fiscales, Eligio se pregunta: "¿Y se quejan, si los primeros aforados son ellos mismos?; ¿por qué no aceptan ser juzgados, conforme a la Constitución republicana del 31, por dos magistrados del Supremo y un jurado popular?". Eligio está indignado por la condena de Miguel Zerolo y de Guillermo Núñez (defendió a este último). "El Supremo se ha cargado la administración local y esto es gravísimo", me dice. Ya hablaremos porque vamos a comer el lunes Eligio, Juan-Manuel García Ramos y un servidor para conversar de todo esto. Y de más cosas. Es verdad lo que dice de los abogados temerosos y timoratos, que no critican las sentencias porque temen que a la próxima se las cobren los propios jueces. Así no se puede vivir. Yo digo que hay que tener cojones, sin perder el respeto a nadie. Y jamás tenerle miedo a un juez. ¿A cuenta de qué? En fin, semana de mucho calor y de un puente mastodóntico. En la capital ha quedado poca gente, yo entre ella, que no tengo a dónde ir. Estoy temblando porque a final de agosto he de viajar a Madrid y ya no me gusta moverme de aquí, síntoma inequívoco de mis 67 años, aunque parezca que tengo menos. Para evitar el riesgo de los "selfies" he desconectado la cámara de mi Iphone y así no me precipitaré por el muro de una azotea o por el borde de un barranco. Es que no tengo ojos en la espalda y el otro está tapado.