Tradicionalmente, las Canarias se han visto afectadas favorablemente por el turismo que huye de la guerra. Los conflictos, primero en los Balcanes y ahora en Oriente Medio, han beneficiado a estas Islas, hoy en día uno de los lugares más tranquilos y seguros del mundo. Ni siquiera las "oficinas de desprestigio" que contratan destinos rivales han podido con la buena fama de este archipiélago, que logra casi catorce millones de visitantes al año, contando el turismo nacional. Hemos recuperado, incluso, el turismo español que se iba a Latinoamérica en un viaje largo y pesado y, desde luego, con mucha menos seguridad en los destinos.

Con esta perspectiva y los índices de recepción de turistas al alza, hay que dar pábulo al optimismo, pero no debemos perder de vista la calidad de nuestros establecimientos ni la creación de un ocio adecuado a las exigencias de los visitantes. Hay una gran diversidad en la oferta. A la oferta para viejos del Puerto de la Cruz -ciudad pionera del turismo en España que ha quedado, lamentablemente, en eso- se une la justa fama de lugares como Playa de las Américas y San Eugenio, en el Sur de Tenerife, con comercios espléndidos, campos de golf y hoteles de cinco estrellas y de gran calidad. Qué decir del Sur de Gran Canaria, donde también existe una oferta variada y de mucha altura y también en las islas de Fuerteventura y Lanzarote: turismo deportivo y de personas que buscan la soledad de las playas y un sol eterno. En realidad, las Canarias lo tienen todo.

Por otra parte, en Oriente Medio siguen los conflictos y los turistas huyen de la zona y de sus proximidades. La industria turística en Israel está paralizada; qué decir de los países en conflicto y su entorno, de los que se salva Jordania, que ha podido mantener el equilibrio gracias a la habilidad de su monarquía y a la estabilidad que su rey ha sabido dar al país. Los demás de la zona se encuentran vetados para el turismo.

Latinoamérica también ha bajado en número de visitantes, aunque hay países que se mantienen. Colombia empieza a despertar, después de los atisbos de paz con la guerrilla; Cuba ha pasado mucho de moda, pero volverá; se mantiene bien República Dominicana; en México hay graves problemas de seguridad. Todo ello lo decimos en relación con el turismo español. Y Centroamérica es un polvorín.

Estamos viviendo en un paraíso, lo hemos dicho muchas veces. Por eso todas las precauciones son pocas y todo el esfuerzo que se pone para aumentar la calidad de nuestro producto turístico es bienvenido. Y necesario.