Desde que la izquierda entra en el poder pone a los jueces y a los fiscales a perseguir a la derecha. Y al revés. Ocurre aquí y ocurre en Francia. Si uno no cree en la justicia divina, ¿cómo va a creer en la justicia de los jueces? Cristina Lagarde es una mujer madura, alta y atractiva, quizá demasiado alta, pero a mí las altas me parecen elegantes; y eso.

Ella no se ha inmutado. Eso de dar créditos públicos a los amigos de Sarkozy, cuando éste era su jefe y ella ministra, dice que no va con ella, que obró correctamente y que no va a dimitir de su puesto de gerente del FMI.

Mientras en Francia quieren tumbarse a Lagarde, en España el destino de Artur Mas depende de sí mismo y del CNI. Si Rajoy abre el paquete que le ha mandado el CNI, adiós Mas. El de Jordi Pujol sí que lo abrió y bastó eso para desmontar a Convergencia, que era un partido serio hasta que se descubrió el pastel.

Ahora Mas depende no del Tribunal Constitucional, que se va a oponer a la consulta soberanista, sino de que Rajoy abra o no la lata de galletas inglesas que le ha mandado el Centro Nacional de Inteligencia, forrada con papel de celofán y con contenido no precisamente de biscuits.

Al otro, al feo de Ezquerra Republicana, ese que te mira de reojo y te asusta, Junqueras creo que se llama, no le han trincado nada los sabuesos. Este sí que puede gritar porque como no ha tocado mucho poder pues tampoco ha podido hurgar en la bolsa de las manzanas de Caperucita Roja. ¿Me entienden o me expreso mal?

A Junqueras parece que lo han sacado de un tráiler del Jovencito Frankenstein y a Mas ya no le llega la camisa al cuello, más pendiente del CNI que del propio referéndum, que se lo puede comer vivo. Quien tiene el poder tiene la información, esto está claro. Y el poder, hoy por hoy, lo tiene Rajoy, a quien lo único que se le escapó fue el caso Bárcenas, que no tenía ni pies ni cabeza y que le creció tanto que le salió por la ventana.

Vamos a ver cómo timonea Cristina Lagarde su desliz crediticio y si el poder francés -que lo tiene Hollande- es capaz de tumbarle el Fondo, que es un destino de prestigio.

Esta enigmática mujer no se dejará matar por el desaliento, según parece, porque está convencida de que obró bien; no así los jueces y los fiscales de la France, que la tienen en el ojo del huracán. Que allí también se conocen todos, por lo que veo y leo todos los días en este atribulado mundo de la información.