Nada CC en aguas turbulentas, mientras se dirime el candidato presidencial. No parece que vaya a comenzar la paz porque cada vez se me antoja más cerca la guerra. Lo cierto es que está el partido roto en dos mitades, mientras los demás, los rivales teóricamente reales, contemplan, atónitos y sin capacidad de reacción, lo que está ocurriendo en el nacionalismo.

No ha sido buena esta guerra ni lo serán sus consecuencias, pero a uno lo que le queda es ser respetuoso con lo que decidan los órganos de administración -vamos a llamarlos así- del principal partido nacionalista, que se ha equivocado sólo en que las revoluciones no se hacen en las vísperas electorales.

De aquí al 12 de septiembre, fecha de la gran final, habrá sangre en el sentido vamos a decir poético de la expresión. Quiero ser tan exquisito que ni siquiera doy nombres. Pero sí digo, y con todo convencimiento, que Coalición Canaria está cavando su propia fosa y que el desmembramiento es clamoroso y que la pretendida renovación es falsa.

Digo yo que alguna luz habrá, algún candil que se encienda ante tanta oscuridad, pero yo no soy capaz de divisarlo en lontananza, así que expreso por escrito mis dudas de que vaya a haber acuerdo.

Los partidos deben tener más serenidad en estas horas punta de la política. Por su propio bien y por proyectar seriedad y no pelea. La confrontación es mala y mucho más cuando se acercan las elecciones, cuando acechan detrás de la puerta las pugnas partidarias y partidistas para gobernar.

Además, la unidad nacionalista no está para echar cohetes. La unidad nacionalista es hoy por hoy una entelequia; pero si, encima, el principal partido de esta ideología se pelea, ¿qué pensarán los votantes? ¿Quiénes están yendo demasiado lejos?

¿Es que nadie se acuerda de Canarias como fin próximo y remoto? ¿Nadie quiere acercarse a sus habitantes? ¿Nadie se plantea el poder como un servicio a los demás y no como una guerra de guerrillas?

En fin, el día 12 sabremos lo que va a pasar con CC, si se impondrá la cordura o si se empantanará todo. Si antes son capaces de llegar a un acuerdo seguro que el electorado lo agradecería. Todas las revoluciones tienen su tiempo y no precisamente el tiempo electoral, repito, que es momento de poca euforia, de mucho trabajo y de cordura, de muchísima cordura.

Es lo que quería decir, en el valle de lágrimas en que se mueven los nacionalistas canarios, o al menos una parte de ellos.