Parece vislumbrarse en el país grande una nueva era, tras la desaparición de Emilio Botín y de Isidoro Álvarez. Los dos han muerto en los mismos días y ambos a los 79 años, que es una edad fronteriza con la vejez. Parece como si la Naturaleza hubiera decidido renovarlos cuando el cuerpo humano inicia su declive irreversible.

Es como un síntoma. Los dos han sido sustituidos por sus herederos naturales, o al menos por lo que ellos quisieron que lo fueran. Esto significa continuidad en la labor emprendida, sin que ello esté reñido con las nuevas ideas que vienen. El Santander se enfrenta a la compra total de su banco en Brasil y El Corte Inglés a su internacionalización y a las ventas por Internet. Entre otros proyectos.

La relación entre ambos empresarios era excelente. El banquero había comprado el 51% de la poderosa financiera de El Corte Inglés, que gestiona sus ventas a plazos y sus tarjetas de crédito. Era lo que necesitaba Isidoro Álvarez para recapitalizar su empresa en unos momentos de terrible crisis de ventas. Lo consiguió y, en el ejercicio recién cerrado, El Corte Inglés ya entró en beneficios.

Para mantener los tiempos positivos fichó a Pizarro, alto directivo bragado en mil batallas, que aportará nuevas formas de actuar a la empresa. Y siempre tuvo con él, de unos años para acá, a su sobrino, Dimas Gimeno Álvarez, un hijo de su hermana, al que ha venido formando para que un día dirigiera El Corte Inglés.

No tuvo problemas Botín: estaba cantado que su hija Ana Patricia, formada en Banesto, fuera su sustituta. Unas breves palabras de recuerdo al padre y a trabajar. Esta gente funciona así: el corazón, que yo creo que sí lo tienen, lo dejan en casa cuando van al banco. Yo no podría vivir sin él, pero ellos sí. Ya lo ven.

Hay una anécdota del abuelo de Ana Patricia, el Botín viejo, cuando un día fue a ver al presidente del Cabildo de Tenerife, a la sazón José Miguel Galván Bello. El viejo padecía de gota, como no podía ser menos, y puso un pie en el sillón de al lado, para aliviar el dolor, durante la entrevista. Galván llamó a un ujier y le dijo: "Traiga del cuarto baño una banqueta para el pie del señor Botín, que me está estropeando el sillón del despacho".

En fin, Isidoro Alvarez apostó por Tenerife y mandó construir el centro de Tres de Mayo, que ha alcanzado su mayoría de edad y ha tenido momentos muy buenos de la mano de un gran director, Vicente Gómez Carrero, ahora jubilado. Un gran hombre y un extraordinario directivo, que gozó del afecto del presidente. Pero todos se van, unos felizmente a casa; otros al Cielo.