Hombre, equivocarse de casa de putas, nombre que ahora se quiere disimular con los eufemismos de local de alterne o sencillamente tapadillo, expresión muy canaria esta última, es humano. Pero a la Televisión Canaria le ha costado 4.800 euros del ala. Porque confundió el local "Isla Bonita", en Los Llanos, en donde había habido un rebumburún relativo a estafa monda y lironda en el "pase" de tarjetas de crédito, con el inocente colega "Conejo Blanco". Que, como su propio nombre y apellido indican, conejo sí que es, más que nada por el contenido, y blanco no por un aclaramiento colectivo de felpudo sino porque estaba limpio de polvo y paja -es un atrevimiento usar esta expresión tratándose de un local de alterne, pues probablemente polvo y paja sí que hay-. Pero el "Conejo Blanco" no había estafado nada a nadie; sino que era el otro local. Total, que estas cosas no pasan sino en La Palma, donde una vez robaron de una casa joyas y una muñeca hinchable y el propietario, lleno de vergüenza, sacrificó las joyas porque se enteró de que también le iba a devolver la policía, una vez atrapados los cacos, su oscuro objeto de deseo. Y las joyas, años y años después, deben seguir en comisaría. Bueno, pues el propietario de la conejera se cabreó por la confusión y aunque TVC rectificó, y puso las cosas en su sitio, su señoría ha dicho, en una entretenida sentencia, que debe pagarle al dueño del local inocente la nada despreciable cantidad de 4.800 euros por el error. Supongo que la tele recurrirá y que la cosa, que data de 2009 -la justicia va rapidísima-, recurrirá hasta el cansancio. Y cuando todos los conejos se hayan jubilado o hayan fenecido de uso y disfrute aparecerá la sentencia definitiva, allá en Estrasburgo o así. Bueno, cosas de palmeros. En esta isla puede ocurrir de todo porque el palmero es muy particular. Téngase en cuenta que un famoso comercio de Santa Cruz decidió un día abrir en La Palma. Y fracasó, a pesar del estudio de mercado, porque los palmeros lo que quieren es viajar a Tenerife para despistar a la parienta y echar un quiqui aquí, lejos de las miradas aviesas de sus convecinos. La empresa tuvo que cerrar en aquella isla. Ahora cambio de tema, pero radicalmente. Mi amigo Cándido L. Figueroa, director del hotel portuense "Riu Garoé", ha recogido el premio mundial de Medio Ambiente de TUI. Fíjense qué estadística: la satisfacción de los clientes "medioambientales" con el hotel es de un 90,20%, yo creo que un récord mundial. Así que TUI le ha entregado el premio de Medio Ambiente, que tiene un nombre alemán muy largo y muy raro. Se lo entregó a Figueroa María Dolores Fernández, service manager de TUI. Son incontables los galardones que ha recogido este hotel debido a sus atenciones con el cliente. Tiene una cocina excepcional, los jardines son una maravilla y, además, sus operarios mantienen la rotonda que está frente a la puerta del establecimiento y que debería atender el municipio. Mejor que la siga cuidando el hotel. He llamado a Cándido para felicitarlo por este nuevo premio al establecimiento que dirige. Y le pregunto que cuándo se va a jubilar, pero me da que no lo dejan, a pesar de que ya ha cumplido la edad -fue a Párvulos conmigo en el Colegio de La Pureza, en la noche de los tiempos-. He estado toda la semana de traslado, de un lado para otro, en busca de la tranquilidad, pero no lo consigo del todo porque no hay nada peor que montar una casa. He dicho mil veces que me he mudado más veces que Juan Ramón Jiménez, que ya es decir. Pero Tacoronte vale la pena, sobre todo por el fresquito que Santa Cruz me ha negado durante meses. Y por la ausencia de cucarachas (aunque haya otros bichos). Además, mi estancia será intermitente; alternaré días arriba/días abajo. Tengo lo necesario en cada sitio para seguir haciendo lo habitual. Ah, me llama mi sobrino Sergio, que está en todas, para decirme que ha descubierto una página en la Internet que te vende ropa de la mejor marca (no sé si buena o chimba) y otras prendas por un precio irrisorio. Te la mandan a tu casa. Hemos hecho la prueba y, joder, qué exitazo. Ahora parezco rico por las prendas que visto, pero sin serlo. Sigo siendo pobre solemne.