Serán los votantes los que confirmen en mayo si vivimos en un Santa Cruz poco menos que idílico, que fue lo que dijo el alcalde Bermúdez, el otro día, en el Real Casino. De poco vale lo que opine el alcalde, aunque está en su derecho, claro. Lo cierto también es que Santa Cruz mejora mucho su aspecto portuario con las obras que ejecutó Zerolo. Y el puerto.

El otro día escuché en la Cope a Pedro Rodríguez Zaragoza, presidente de la Autoridad Portuaria, y me gustó su exposición. Nunca es tarde y ahora parece que se tienen las ideas claras en el puerto de Santa Cruz; de lo que me alegro.

Hombre, no era cuestión de que los cruceristas se bajaran del barco por un camino polvoriento, de que los taxistas tuvieran que mear junto al taxi y de que el puerto no reuniera las condiciones mínimas para dar un buen servicio y, sobre todo, una buena imagen, al visitante.

Parece que, por fin, se hacen las cosas con cabeza, que va a haber una estación marítima en condiciones y que los que lleguen tendrán un camino hacia la ciudad adecuado y una ubicación para los barcos más cercana y un puerto completamente distinto. Ya era hora. Hacía falta este meneo en el recinto portuario de Santa Cruz.

Ya digo que me gustó la exposición que hizo a José Carlos Alberto el presidente de la Autoridad Portuaria, que con ese lenguaje sencillo que tiene hizo un buen trazado de lo que serán los muelles chicharreros y sus aledaños, más pronto que tarde. Hace falta que se culminen todos esos proyectos y que los turistas y los pasajeros regulares y los propios santacruceros encuentren un puerto lleno de atractivos, de zonas de ocio y recreo y hasta de lugares para divertirse.

Porque la verdadera expansión de la ciudad, al menos la primera, no será hacia el sur, creo yo, sino hacia el mar. El puerto tiene millones de metros ganados al mar que ofrecer a Santa Cruz. En los alrededores de la dársena pesquera, por ejemplo, hay terrenos fantásticos que podrían ser aprovechados por las empresas ZEC para instalarse. Hay miedo a promocionar la ZEC, yo no sé por qué, porque sus incentivos fiscales son excelentes.

En fin, que es preciso aprovechar la mejora de la situación económica, si es verdad que se ha producido, para incentivar la instalación de negocios en una zona tan atractiva como la del puerto-ciudad. Y hay que propagar estas facilidades en todo el mundo. Y no sólo jactarse de que la ciudad de uno es la mejor, sino demostrarlo constantemente. Para que también los votantes sepan lo que tienen que hacer en mayo próximo, que toca.