A medida que se van produciendo las noticias sobre el ébola, la gente se queda tranquila e intranquila, según las volteretas de la información. Quiero decir que nunca llueve a gusto de todos en cuanto a la gestión de la crisis y todos los sectores se quieren dejar oír en ella.

El PSOE, como siempre, en vez de echar una mano al Gobierno sigue dedicándose a destruirse a sí mismo: cree que gana votos pidiendo la dimisión de na Mato, que puede ser una inútil -yo creo que lo es-, pero ahora no es el momento de pedir la cabeza de nadie; ya digo, sino de echar una mano.

Yo creo que este Sánchez es todavía más bobo y más sectario que Zapatero, así que mal futuro le auguro yo a este partido. Rubalcaba era mucho más inteligente que éste y, además, tenía sentido del humor; el tal Sánchez no le llega ni a los tobillos al ya viejo profesor.

Estas cosas de las epidemias se van sosegando a medida en que la gente se acostumbra a convivir con ellas. Lo que ahora hace falta es que se contenga en origen y que se busque afanosamente la vacuna, por todos los medios. El secreto para obtener las vacunas es el dinero y actuar con eficacia y rapidez. No se ha hecho, se ha descuidado la enfermedad y aquí en España hemos tenido mucha suerte, a pesar de todo.

He visto por televisión unas imágenes entrañables de la joven enfermera norteamericana, cuando era trasladada de hospital: con sentido del humor, bromeando con sus compañeros y aludiendo a la fiesta que iba a organizar cuando saliera del ébola. La española Teresa Romero también bromea con sus compañeros y los anima. Se trata de profesionales de la sanidad, acostumbradas a convivir con el dolor. Y se aplican su propia receta.

Todas estas cosas no se solucionan pidiendo la cabeza del Bautista, en este caso transformado en la ministra na Mato, que es flojita -no brillante, como Soraya Sáenz de Santamaría-; Mato es la más flojita del Gobierno. Pero Rajoy no la va a apartar del cargo. Y el PSOE no debería perder el tiempo en estas cosas, sino arrimar el hombro, junto al Gobierno, para combatir la enfermedad.

Es curioso, pero los sociatas -ya está admitido el término por la cademia, lo mismo que pepero- siempre actúan igual; o bien politizándolo todo o bien judicializándolo todo. Es terrible. Terrible y absurdo. Dejemos que con el ébola funcione y mejore la sanidad, dejemos actuar a los profesionales, pongamos los medios para que la enfermedad remita, no para que se extienda, y guardémonos las dimisiones para mejor ocasión.