Sin darnos cuenta va a llegar diciembre. Quiero decir que tenemos la Navidad ahí mismo y esto se nota en las colas de coches ante los centros comerciales, que no en el pequeño comercio de las ciudades, en el que las ventas apenas han subido. Hay que ver cómo han cambiado los hábitos de los consumidores, que quieren encontrarse en los grandes centros como si éstos fueran las antiguas plazas de los pueblos. Por su amplitud, en los macrocentros la gente puede comprar en familia, mientras que en las tiendas chiquitas predomina la compra individual y más detallista.

En los Estados Unidos, las grandes superficies nacieron hace medio siglo; en España tardaron treinta años en llegar, pero llegaron. En los Estados Unidos cambió la configuración de éstas en enormes "outlets", donde se vende ropa fuera de temporada a unos precios irrisorios. En Madrid y Barcelona también se han puesto de moda estos "outlets" y luego los han imitado otras ciudades españolas, igualmente ofreciendo en ellos unos precios muy bajos. Pero el encanto del pequeño comercio no se lo quita nadie a éste. Las zonas peatonales de las ciudades albergan tiendas pequeñas con un gran encanto y con género exclusivo, en el ámbito del textil y del regalo, en las que da gusto comprar, precisamente por su exclusividad.

Los comerciantes de la zona centro de Santa Cruz, por ejemplo, han hecho un gran esfuerzo para reciclarse, pero no son mayoría. Hay muchos que han tirado la toalla, no se han renovado y morirán de viejos con sus tiendas sin reciclar. Es una pena. También es una pena que a los cruceristas no se les ofrezca más Santa Cruz, en vez de pasearlos tanto por la isla, que también, pero al menos denles la oportunidad de patear la capital y de que entren en las tiendas. Ésta sería una labor de las organizaciones profesionales de la zona centro, que creo que existen.

Estamos a finales de noviembre, va a entrar diciembre y las compras, que sí se han reactivado en los centros comerciales grandes, en las ciudades apenas aumentan. Y las esperanzas para las tiendas pequeñas no son muchas, a pesar del esfuerzo que han hecho sus propietarios para renovar su oferta, para redecorarlas y para ponerse guapas. Los hábitos de la gente han cambiado. En las afueras de las grandes ciudades de toda España nacen centros comerciales de primerísima categoría, con unos precios que asombran por lo reducidos. Los grandes almacenes, como El Corte Inglés, abren centros de oportunidades por todas partes, en los que, en contadas ocasiones, pueden encontrarse eso que llamamos chollos.

Pero es preciso proteger al pequeño comercio, que da de comer a mucha gente y que alegra no poco a las ciudades, comercialmente abandonadas a su suerte. Quizá a los comerciantes les vendría bien que les recordáramos aquello de "la imaginación al poder".