Es difícil abstraerse a la llegada de la Navidad que ya desde principios de octubre comenzaron a anunciar los centros comerciales con la instalación de los primeros collares de luces. Pero hoy, 8 de diciembre, cuenta la tradición familiar que es el día de armar el belén. En casa, la costumbre era utilizar el puente de la Constitución para formar el parapeto: meter la zapatera, la mesa del abuelo y atrabancos varios del trastero, o de los armarios empotrados que, por obra y arte con el papel canelo, previamente arrugado y pintado con flix marrón, se convertían en montañas. Tal día como hoy, con el belén ya armado con las figuritas correspondientes, incluidas el cagón y el meón -este de nueva incorporación-, y hasta el río "de verdad" con afluente hasta el pasillo de la casa..., tocaba ir a coger verde. Pertrechados de cuchillos y navajas asaltábamos el monte de Las Mercedes, o la Cruz del Carmen, y el musgo era mano de santo para tapar la instalación eléctrica de la bombilla del fuego de la anunciación, o la que llegaba al castillo de Herodes o al poblado de Belén. Y el belén se movía. Cada día avanzaban los Reyes Magos, el Niño Jesús se hacía esperar hasta después de la Misa del Gallo del 24 de diciembre. En casa no llegaba Papá Noel, también es verdad que entonces no había GPS.

Los tiempos han cambiado, y con ellos las costumbres. Hoy se vende un nacimiento de quita y pon. Y gracias.

El otro día, haciendo zapin en la programación nocturna, descubrí un concurso de televisión que compite con aquel anuncio de promoción turística de Canarias que vendía a las Islas como paraíso de sol. Allí estaban Adán y Eva... o viceversa. No los vi muy por la labor de montar, al menos, el belén; ni siquiera un arbolito de Navidad, y no porque ellos no se afanaran en recrear la creación, claro que si luego saltabas de canal... ¡plas! un elemento en una bañera a ver cuántos bichos soportaba reptando por su cuerpo, y otros comiendo vísceras entre otras delicias. Ahora se recomienda dejar el belén en el trastero y "podemos" armar el arbolito de Navidad cargado de bolitas que tengan estampadas caras y signos políticos, y de imputados, y tal vez falten ramas. Ya cuando cantábamos que hacia Belén va una burra admitíamos que al niño que está en la cuna los pañales le han robado. Así que... la vida sigue igual.