Bien le gusta a un concejal de pueblo arreglar el mundo. Les priva jugar a ser diputado nacional, senador, eurodiputado o miembro de la ONU en un salón de plenos que parece que les queda chico. Bien les gusta presentar mociones en cascada, pronunciamientos de estado, adhesiones, condenas y ocurrencias sin más efecto práctico que el engorde de egos políticos.

El que sufra la desgracia de ser testigo de varios plenos municipales al mes sabe bien que en esas sesiones de presunto ámbito local se pierden horas y horas en debatir cuestiones que nada tienen que ver con los municipios. Que hay grupos de gobierno y, sobre todo, oposiciones que una vez al mes presentan, sin rubor, mociones de política nacional e internacional que en nada mejoran ni su municipio ni la calidad de vida de sus votantes. Propuestas que, seamos serios, no sirven absolutamente para nada.

El mal sería anecdótico si en la mayoría de los casos esas mociones nacionales e internacionales se mezclaran con propuestas de interés local. Pero no es así. Parece imposible, pero hay muchos partidos que tienen dos, tres, cuatro, cinco o seis concejales en un municipio y que, una vez al mes, son incapaces de plantear al pleno una triste moción que beneficie directamente a sus vecinos. Esos incautos que les votaron para tener un pueblo mejor ahora podrán presumir, al menos, de que tienen unos representantes municipales que se preocupan mucho por España, y también por Palestina, Marruecos, Israel, Cuba... Concejales preocupados por el mundo que les rodea de lejos.

No se trata de limitar la libertad de expresión de los ediles e impedirles presentar mociones supramunicipales, pero no estaría mal que antes de arreglar el mundo empezaran por adecentar un poquito sus pueblos y barrios; por llevar las demandas de sus vecinos al salón de plenos; por hacer primero lo que tienen que hacer. Ni más ni menos. Y si les sobra tiempo, que condenen Guantánamo, el aborto, el ébola o a Kim Jong-un. Tampoco estaría mal que sus votantes les pidieran cuentas al final del mandato para que les explicaran cuántas propuestas de las que han presentado tienen que ver con su pueblo y con sus conciudadanos. Más de uno se llevaría una sorpresa con tantos ediles visionarios que antes de transformar sus pueblos han decidido cambiar el mundo.