Imagine que al pedir el saldo de su cuenta bancaria en el cajero automático de la esquina sus ojos le hacen chiribitas al comprobar que alguien le ha ingresado 587.413 euros por equivocación. ¡Alma de cántaro, qué has hecho! ¿Pero cómo demonios te va a imputar el juez Castro si vas metiendo esos sustos con unas "donaciones" que ya quisiera justificar el honorable Jordi Puyol para evitar que le hagan un traje de rayas a medida? Con o sin atenuantes, el caso Nóos huele igual de mal que un kilo de jareas al solajero. Eso sí, el fuego, un puñado de sal, un chorro de aceite y un cuarto de pimienta son capaces de obrar el milagro para transformar en un manjar lo que a priori parece incomestible... Si Rajoy está convencido de que no hay nada que explicar y el fiscal Horrach se faja en una defensa numantina de la inocencia real que ya quisieran para ellos el resto de imputados, por qué la Fiscalía Anticorrupción considera que la hermana de Felipe VI se lucró de los fondos supuestamente defraudados por Iñaki Urdangarín. Claramente, este es un caso para el pequeño Nicolás; el padre Apeles del siglo XXI, pero a lo fino. Dios los cría y ellos solitos se juntan. Y es que al margen de las comilonas VIP que este personajillo se haya metido entre pecho (y esto no tiene nada que ver con su novia, "La pechotes") y espalda, lo más grande que he escuchado en los últimos tiempos lo oí hace unos días en uno de esos "zapping" televisivos en los que acabó emergiendo la generosa silueta de Belén Esteban argumentando que "ya estaba hasta el mismísimo... del pequeño Nicolás". En algo no se equivoca la que hiciera famoso el pollo a la Pantoja (perdón, esa receta la patentó la reclusa del "Marinero de luces"). Francisco Nicolás Gómez Iglesias, premio trending topic yo pasaba por allí 2014, ha sido capaz de convertir en un aprendiz de granuja al Leonardo DiCaprio que protagonizó el filme "Atrápame si puedes". A la espera de que la TIA, vaya ya me he vuelto a equivocar... A la espera de que el CNI aclare de una vez por todas si el pequeño Nicolás ejerció o no de Mortadelo o Filemón, bueno sería que la próxima vez que usted acuda a un cajero automático cruce los dedos y haga un rezado a Santa Rita para ver si la infanta Cristina se equivoca otra vez.