Va de promesas, las que laguneros y vecinos en general brindan, en el bonito pueblo de San Roque, al santo que le da nombre, San Roque de Montpellier. Allí, con La Laguna a sus pies, la ermita aparece como un vigía que vela por toda la Vega lagunera en espera de que los más devotos cumplan con el ritual de hacer una promesa con el propósito de que se haga realidad.

La iglesia, que guarda la imagen de San Roque, en su doble calidad de copatrono de La Laguna, es orgullo de sanroqueños y laguneros desde hace siglos con la fe indestructible de que vela por la salud de todos.

"Sí, siglos", advierte Fernando Palmero, presidente de la AV La Montaña de San Roque, situándola anterior a 1676, un tiempo desde el que las promesas se acumulan hasta hoy a modo de agradecimientos o peticiones. Son los exvotos que representan la parte del cuerpo hecha de cera enferma.