Suenan tambores, y no de guerra, sino de comparsas, agrupaciones musicales y murgas que tocan a la puerta anunciando la llegada de don Carnal. Dicen los entendidos en fútbol que ante un derbi o un clásico los espectadores, tanto por la televisión como en el estadio, activan su perfil de entrenador, o de árbitro. Igual sucede entre los seguidores de los diferentes concursos. Al día siguiente de la final, todos hablarán de la murga ganadora, aunque aprovecharan la "actuación del bocadillo" para tomar resuello en el kiosco del recinto ferial o hacer zapping. De todo saben. Y también todos tenemos derechos a opinar. Igual ocurrirá después de la gala, y ahora con el whatsapp en activo hasta se adelantan los veredictos, como ocurriera el año pasado, cuando se anunciaba que iba a ganar una reina que... finalmente ganó. Pero es Carnaval.

¿Concursos o calle? ¿Qué es Carnaval? No se trata de entender la fiesta como una ciencia, sino como un sentimiento, una tradición. Tal vez, para alguno, una pasión que puede llegar a ser enfermiza, ajena al bullicio callejero.

Carnaval es disfrazarse desde chico. Con el traje que confeccionó la abuela, la tía o la madre, si bien últimamente se ha impuesto el camino más corto para conciliar la vida familiar con la laboral: ir al chino más cercano.

Carnaval es alongarse al escenario y encontrar al vecino del tercero que habla al micrófono; al carnicero, al panadero o al director de la oficina del banco... te sorprende verlo a él casi tanto como cuando te hace la llamada de rigor para recordarte que tienes que regularizar la cuenta. Aunque, para qué vamos a negarlo, esta vez te ríes, nada que ver con la cara que se te pone cuando reclama el pago.

Carnaval antes era tener un disfraz que estrenabas el sábado de Carnaval, o el lunes, y de resto... abrías la maleta y combinabas un pierrot con el traje de gitana. Hoy, ni siquiera estrenas. Pero es Carnaval. Y las penas se van cantando.

Carnaval también es para los grupos recibir la visita de los políticos, que siempre han sido más carnavaleros que nadie -al menos eso dicen, cada cuatro años sobretodo-, que ahora echan de menos aquellas caravanas de medios de comunicación que tanto criticaron y ya no están. Carnaval es como el verano: no has ido a la playa si hasta diciembre no tienes arena en una esquina del baño; igual pasa con la escarcha.