Tocaban a la puerta al anochecer. También cuando amanecía. Era un ruido seco. Iban directos a la víctima. Los metían en un vehículo y los acababan asesinando de forma cobarde. Sus cuerpos han aparecido enterrados entre pinos, en barrancos... allí donde les "cuadraba". Muchos de ellos, incluso, aún se buscan.

Es una historia repetida. Aquella que se vivió durante la Guerra Civil, la dictadura y la transición que la exposición "Memorias de contrabando", que se muestra en el Palacio de Salazar de Santa Cruz de La Palma, trata de reflejar a través de la mirada de artistas de diferentes generaciones. Un abanico de obras en las que se plasma, alguna incluso de forma escalofriante, lo que tuvieron que vivir miles de ciudadanos atrapados en un tiempo con demasiado olor a sangre.

Pintura, fotografía, escultura y bibliografía se entremezclan para que la memoria no olvide.