l problema de las urgencias hospitalarias en Tenerife no es nuevo, es tan viejo que cuesta entender por qué ningún Gobierno de Canarias, de ningún color político, ha sido capaz de resolver algo tan básico en décadas. Un problema urgente con una solución tan simple que solo depende de dos variables: personal y espacio. Recursos humanos y dependencias que solo cuestan dinero. Poco dinero en comparación con la magnitud del problema y sus demoledores efectos.

A la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias nunca le gustó que se hable de colapso de las urgencias; ellos prefieren hablar de picos asistenciales, de gripes, de calimas o de un mal uso por parte de la ciudadanía. Del abuso de las urgencias. Como si la gente fuera al hospital por novelería. Unas excusas recurrentes para justificar lo injustificable. Unas coartadas vergonzantes para tratar de culpar a otros del mayor fracaso político y de gestión de CC, PP y PSO. Los tres partidos que han gobernado Canarias y han sido incapaces de ofrecer a los tinerfeños unas urgencias hospitalarias dignas.

Las camas y sus enfermos en los pasillos durante días; el maltrato institucional a familias y pacientes; las butacas; las horas de espera; los profesionales desbordados; la falta de camas; la falta de quirófanos; la gente que sufre, y la gente que muere. sas son nuestras urgencias. Las urgencias que los tinerfeños de a pie, los chichas rasos, tenemos que usar cuando enfermamos, o cuando enferman nuestras madres, padres, hermanos, tíos, primos... Nuestras urgencias, las que nos han dado nuestros gobiernos, nuestros gestores públicos, nuestros políticos.

n octubre de 2014, Loli murió en el HUC después de pasar tres días botada en una cama en un pasillo con la cadera rota. Parecía que aquel caso terrible podía cambiar las cosas, pero fue un espejismo. Desde entonces, nada importante se ha hecho para ofrecer una atención hospitalaria urgente de calidad. l Gobierno canario volvió a hablar de planes y proyectos, y volvió a demostrar lo poco que le importa lo que ocurre en los pasillos del HUC y del HUNSC. Ahora se acercan las elecciones y uno se agarra a la esperanza de que, por puro electoralismo, alguien decida que ya toca que entre sus prioridades estén nuestras urgencias.

*Redactor de L DÍA