Los imputados se extinguen. El término desaparecerá del ordenamiento jurídico cuando entre en vigor la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal aprobada el pasado viernes por el Consejo de Ministros. El anuncio de la muerte del imputado no solo ha causado una honda consternación entre sus deudos, sino también una oleada de indignación que incendia las tertulias -las mediáticas y las de los bares- y las redes sociales, que, como todo el mundo sabe, se alimentan de indignación (de hecho, algunos estudios apuntan a que si uno se indigna lo suficiente puede seguir tuiteando aunque haya dejado de pagar el ADSL).

La reacción es comprensible. Nos hemos encariñado tanto con la palabra que la hemos convertido en nuestro juguete, nuestro fetiche, nuestro comodín. Tenemos que reprimirnos para no soltársela al conductor al que increpamos porque gira a la izquierda sin haberlo señalizado o a la señora que se cuela en la caja del supermercado.

La querencia por el término va pareja al ardor con que defendemos su pureza. No admitimos matices: un imputado es un imputado y todos los imputados son iguales. Da igual que la imputación sea formal (la que da derecho al investigado a comparecer con la asistencia de un abogado y a no responder a las preguntas del juez, por ejemplo) o judicial (la decidida por el juez tras finalizar sus investigaciones, de las que ha concluido que hay motivos para llevar a juicio al investigado).

Todo eso se acabó. El imputado en el primer momento del proceso será ahora, sencillamente, investigado. El de la fase posterior se convertirá en encausado. Dos palabras distintas para referirse a dos situaciones distintas, una solución razonable más allá de que se pueda sospechar de los motivos que han llevado a adoptarla. En realidad, tampoco cambiarán tantas cosas: los hechos seguirán siendo los mismos y también lo serán los jueces -con su falta de medios (y de escáneres)-, las sentencias que dicten y las penas que impongan. Y puede que de paso, si tenemos claro qué es cada cosa, algunos de los ya casi eximputados dejen de engañarnos sobre su nivel de imputación y nosotros podamos entender un poco mejor de qué va todo esto.