España tiene unos 46 millones de habitantes, de los que la mitad, unos 23 millones, son usuarios de Internet. Al menos esa es la cifra que aporta el reciente estudio Social Media 2015, elaborado por Online Business School (OBS), que establece que en este país hay una población online, conectada activamente a internet, de 23 millones de personas, o sea, el 50% del total. Y de esos españoles conectados, el 73%, unos 17 millones de usuarios, utilizan las redes sociales de una forma activa. Con estos datos en la mano, resulta evidente que hay que tomarse muy en serio las redes sociales, aunque sin perder la referencia de que allí habitan 17 de los 46 millones de españoles. Algo menos del 37% de la población. O dicho de otra manera: existe un 63% de españoles que vive al margen de ese mundo virtual.

El citado estudio de OBS señala que “las tres redes más usadas en 2014 por los internautas españoles son Facebook, Google+ y Twitter. El 88% de los españoles que utilizan Internet tiene cuenta en Facebook (frente al 87% en 2013), el 59% en Google+ (un 56% en 2013) y el 56% en Twitter (un 54% en 2013). La principal red profesional es Linkedin, con un 32% de usuarios españoles sobre el total. Instagram y Pinterest son las redes que más crecen entre los españoles, con un 25% y 19% de usuarios de este país”.

Valgan estos datos para hacer una reflexión en plena precampaña electoral (por no decir campaña). Señores de la política, el mundo no es Facebook. España no es Facebook. Canarias no es Facebook. Tenerife no es Facebook. Y Tacoronte, ElTanque o Arico tampoco son Facebook. Ni Twitter. Ni Instagram. Vale que son una parte de eso, y una parte a tener en cuenta, pero, por favor, no se olviden de que aún existen mi padre, mi madre, mi abuela o mi suegra. Que existe esa gente. Ese 63% de españoles que no han caído en las redes sociales. Señores, también los de la nueva política, no basta con publicar algo en Facebook para que el mensaje llegue a todos. No es Twitter el oráculo de la verdad ni la voz del pueblo. Las redes sociales son un instrumento poderoso, pero ojo, aún hay vida ahí fuera. En las plazas, en los campos, en los bares. Aún hay gente a la que le preguntas si tiene Facebook y te mira raro. Esa gente existe. Te lo juro por Zuckerberg.