n las últimas semanas se han multiplicado no solo los anuncios sino también las promesas de todo tipo. Y muchas obras han comenzado. Demandas que han dormido muchos meses parecen ver la luz. Calles que al menos llevaban cuatro años sin asfaltar han recibido una capita de piche, decisiones criticadas, como la atención sanitaria para inmigrantes, se han cambiado; proyectos que hasta hace algunos meses parecían inamovibles, hoy son negociables. Se han cambiado las tornas y, en la Semana Santa que mañana toca a su fin, muchos se han tropezado con algunos políticos que antes eran esquivos. Antes, cuando los llamaban, apenas podían atender a su interlocutor porque estaban en miles de reuniones y gestiones y estos días se deshacen en saludos. stán en todos sitios; especialmente si son procesiones.

De la noche a la mañana uno descubre que la ciudad o el pueblo había estado inmerso en obras durante los últimos meses, o años... y uno sin enterarse. Cada día se inaugura, se presenta, se visita o se promociona hasta la nueva luz ámbar colocada en el semáforo de esa esquina por el que esperó meses. O años. Y, de repente, ya está resuelto.

Hasta parece que el barrio está más limpio otra vez. Y los jardines, hasta preparados para si alguien deseara comer en plan excursión. Las colas de tráfico en la autopista ya son más llevaderas porque sabemos que les están buscando solución. Cuatro años subiendo y bajando a la Universidad y, justo cuando lo van a arreglar, algunos van y se gradúan... es que no son nada previsores. Los sufridores de las colas, claro. Ahora el bache, socavón o cualquier otro derivado de la calzada en función de su intensidad "vive" amenazado porque "sabe" que si lo descubren estará en vías de extinción. Llega mayo, y la primavera se instala en la mayoría de los rincones, tan solo "adulterados" por unos carteles que han florecido a las entradas y salidas de los municipios. Y es que ya no solo te los encuentras en las procesiones sino cuando entras o sales de la autopista. Ahí están ellos.

Ojalá las elecciones no fueran cada cuatro años... Deberían ser más frecuentes porque así se experimentaría con más asiduidad que los pueblos y barrios avanzan con las continuas mejoras que ahora se presentan.

* Coordinador de redacción de L DÍA