Durante años escuché una cuña publicitaria radiofónica que podría ser el resumen del manual perfecto para una nueva política. En aquel anuncio de pan de molde de Los Compadres, el inimitable Calero preguntaba a La Señora (con mayúsculas): ¿Qué es lo que usted quiere? Y La Señora, alter ego de tantas mujeres canarias, contestaba con una frase que firmaría, en estas fechas, cualquier votante letrado o iletrado: "Que no me engañen más".

La Señora se quejaba en esa cuña de que algunos vendían una cosa que parecía ser otra. Justo como pasa ahora, en estas fechas de promesas, compromisos, objetivos, mentiras y medias verdades. "Que no me engañen más". Qué poco pedía la viejita. Qué poco piden los electores.

La verdad está absolutamente infravalorada en política. Parece que estorba, que resta, que quita votos. Pero... ¿no habrá llegado la hora de innovar? La hora de presentarse ante la gente con cuatro verdades, aunque estén edulcoradas, bien presentadas y rebajadas con una dosis de esperanza. Si me dedicara a la política, probaría a no mentir, a no engañar, a no vender motos. Probaría a hacer promesas con visos de realidad. Y a negar, como a los niños, la posibilidad de ver cumplidos esos innecesarios sueños imposibles.

Bobos haberlos haylos. Votantes bobos haberloshaylos, pero con el voto bobo no se ganan las elecciones. Muchos asesores de candidatos y estrategas electorales siguen pensando que la gente, mayoritariamente, es boba. Pero ojo, cada vez menos. Cada vez la gente recibe más información de diferentes fuentes y, lo que es más importante, se ha perdido el miedo a votar. Cada vez hay menos gente que cree que las urnas existen porque el poder lo permite. La información, la pérdida del miedo y un ligero aumento del criterio general del común de los mortales son tres ingredientes de un cambio de tendencia que la política, en general, parece no haber captado.

Si fuera candidato, probaría. Probaría a decir la verdad. A prometer realidades y a descartar los sueños. A establecer compromisos que cumpliría. Si yo fuera candidato, pensaría que los votantes, como La Señora, piden poco. Sólo que no les engañen más.