El presidente Rivero anda estos días por Hollywood, dicen que vendiendo Canarias como plató natural para hacer películas de gran presupuesto. Después de, por ejemplo, el último A todo gas o Exodus (película espantosa, por cierto), parece superfluo que el presidente (y consejero de Turismo) vaya a la Meca del cine a vender lo que ya está comprado: las ventajas de nuestro territorio como plató natural. Sobre todo después de que las ideas emanadas de la antigua Film Commission hayan fructificado en exenciones fiscales para quien filma en las islas. Aún así, Rivero ha decidido poner su pica en los grandes estudios y venderles que, por paisaje, por industria auxiliar y por fiscalidad, esta tierra es una bicoca. Algunos pensarán que para tal menester habría bastado un encuentro del consejero González Ortiz, también desplazado, con las grandes productoras. Pero eso es no conocer a Rivero. Él se ocupa de todo personalmente.

De hecho desde que Rivero perdió frente a Clavijo la candidatura, el presidente ha multiplicado su agenda viajera, y no para de apuntar millas en su Iberia Plus. Siempre le gustó saltar de un lado para otro, no se ha perdido jamás una feria turística, y es de natural un culo inquieto al que le encantan los destinos exóticos. Pero lo de estos últimos dos meses parece un exceso. Ha estado en Miami, en Rusia, ahora en Los Ángeles (vuelve el domingo para votar), y el lunes después de las elecciones parte para Roma. Rivero se está regalando a sí mismo una despedida de las funciones presidenciales por todo lo alto, con un periplo viajero que deja al Capitán Cook a la altura de un grumete primerizo.

No me sumo al aldeanismo de quienes critican todos los viajes pagados con dinero público: algunos son necesarios o convenientes. Pero en tiempos de estrechez es importante no dar la impresión de que uno se premia a sí mismo en la despedida y cierre con un fin de fiesta movidito. Y esa es -precisamente- la impresión que produce esta agenda poco divulgada que ha convertido a Rivero en turista nada accidental, pagado con el dinero de todos. Es significativo que se sepa tan poco de los viajes a lo largo y ancho de este mundo de este señor que vuela en primera: el Parlamento está cerrado, pero mantiene funcionando la Diputación Permanente. Alguien debería preguntar al Gobierno (a este o al próximo), por qué se ha producido esta escandalosa acumulación de destinos en el tramo final del mandato, cuánta gente acompaña a Rivero en sus chiripitiflauticos viajes, quiénes son los afortunados, cuánto se gastan y para qué sirve este dispendio. Además de para que Rivero lo disfrute.