Dicen que Javier Abreu tiene ganas de ser alcalde de La Laguna, y quienes lo dicen tienen razón. El hombre se presentó a las elecciones con la expectativa de llegar a ser edil principal, y -con el castigo a Coalición en La Laguna y la posibilidad de una mayoría que no pase por los nacionalistas- debe ponerle el intentarlo. Por eso, porque Abreu tiene ganas, lo de La Laguna se presenta como uno de los escollos importantes, junto con el lío palmero de siempre, para cerrar el pacto de Gobierno regional entre nacionalistas y socialistas. Yo, sin embargo, no creo que Abreu vaya a ser responsable de que ese acuerdo no se materialice. Es verdad que ya ha sacado pecho y que ha aprovechado que José Miguel Ruano se puso farruco para dejar claro que a él no le da órdenes nadie.

Ahora está Abreu en la fase que el mismo define como "del postureo", que es la de amagar, hacerse ver y ponerse en valor. En cualquier negociación esa fase es tan necesaria como la del galanteo antes del apareamiento entre los animales, sapiens incluidos. Pero Abreu conoce -mejor que nadie en el PSOE- la importancia que para el equipo que hoy manda en Coalición -Fernando Clavijo y Ana Oramas, entre otros- tiene la ciudad de La Laguna.

Clavijo embarcó a José Alberto Díaz en una campaña en la que tuvo, además, que ausentarse y dejarlo solo. Díaz es un buen gestor, pero un hombre sin mucho carisma, poco bregado en tratar con la gente. Es currante y voluntarioso, pero también tímido y -probablemente- un tanto hosco. Un candidato sin perfiles populistas que no dio bien ni en los carteles ni en los medios. Clavijo se siente responsable del fracaso relativo de Coalición en la ciudad de la que es alcalde, y directamente culpable de haber embarcado a su colega -hermano de su amigo del alma, Víctor Díaz- en una campaña tan difícil. Ahora no va a dejarlo en la estacada: la alcaldía de La Laguna no es negociable para Clavijo.

Y Abreu lo sabe. Como sabe que el PSOE -en cuya ejecutiva federal está integrado como vocal- no sacrificará el pacto regional por la alcaldía lagunera. Y no creo que él vaya a romper con el PSOE, o a ejercer de concejal cabezota de Breña Alta. Actuará como el tipo ambicioso que es, alguien que conoce perfectamente el funcionamiento y las claves internas de su partido: vendiendo sus aspiraciones a precio de oro. Si puede, colocará a Gustavo Matos en el Gobierno regional, mejorará las posiciones del PSOE en el gobierno de La Laguna y -probablemente- ejercerá de alcalde bis estos cuatro años. Eso si no se rompe la cuerda. Si se rompe, montará el pacto de izquierdas que tiene ya cerrado. Pero la ruptura depende más de la que están montando los nacionalistas palmeros que de lo que él mismo haga.