Parece que a Willy García le han imputado por malversación de fondos, a cuenta de la operación aquella que se montó con Paco Padrón, según ha dicho él por ahí estos últimos días, porque se lo pidió Paulino Rivero. Supongo que también habrá sido Paulino Rivero quien le habrá pedido, antes de irse, que dejara sin un duro la caja de la televisión pública regional, gastándose los cuartos en distintas operaciones corsarias. Como ya sabrá, resulta que antes de que García abandonara su cargo de delegado plenipotenciario del paulinato en la tele, en ese mes de gracia que le dio su colega Rivero retrasando la incorporación de su sucesor, Santiago Negrín, don Willy contrató en un solo día, el lunes cinco de enero, hasta cinco contratos de producción por poco menos de 900.000 euros. Firmó con tres productoras, una de las cuales recibió de un solo golpe 820.000 euros por tres producciones, entre otras, esa serie de entrevistas con señoras realizadas por el periodista feminista Andrés Chaves, abonadas a razón de 19.800 euros por cada una. Eso no tiene nada que ver, por supuesto, con el hecho de que Chaves se haya arrepentido después -públicamente, y con gran rasgamiento de vestiduras- de todas las barbaridades y perrerías que le dedicó durante años al presidente del Gobierno, según él mismo ha dicho, por encargo. El periodismo por encargo es género poco estudiado en las facultades de periodismo, pero que sigue muy vigente entre alguno de la vieja escuela, gente que ha logrado vivir a tanto la pieza, pero cobrando de fuera.

La cosa es que el Grupo de Delitos Económicos de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Santa Cruz de Tenerife investiga también si esos últimos contratos firmados por Willy García están -como ocurre con lo de Amanecer Latino- por encima del coste de producción real, y cómo los cobró el entrevistador, que tiene algunos embargos pendientes que dificultan el ingreso de dinero legal en sus cuentas. Él ha dicho que no cobró ni un solo euro, que fue por amor al arte, todo "gratis et amore". Puro periodismo filantrópico, otra especialidad de la que se habla poco, pero que nuestro santo plumífero dice ejercer.

Y luego está la especialidad favorita de nuestro simpar colega ranillero, que es el periodismo amenazante: consiste en decir que se tienen datos, fotos, historias y papeles para acabar con la honra o la carrera de alguien, y que ya se usaran en su momento si conviene. Es una suerte de aviso de males futuros a clientes potenciales, y a colegas adversarios, un periodismo de mensajes subliminales, no dirigido a los lectores, sino a los afectados, a los que se identifica claramente, pero no se cita con sus nombres y apellidos, para evitar cualquier responsabilidad legal. Hay poca gente que domine virtuosamente y al mismo tiempo el periodismo por encargo, el filantrópico y el amenazante. Andrés Chaves, ese simpático hombretón, es uno de esos pocos.