Intensamente pendientes del acuerdo regional entre Coalición y los socialistas, y de sus complicaciones locales en varios municipios de Tenerife, nos hemos olvidado de que los acuerdos suscritos por las fuerzas de la izquierda grancanaria parecen demostrar que hay otros caminos por andar en la política de las islas. Los resultados de las elecciones del 24M fueron muy diferentes en Gran Canaria y en su capital que en el resto de las islas. Las victorias de Antonio Morales en el Cabildo y de la izquierda en su conjunto en el Ayuntamiento de Las Palmas han permitido mayorías de la izquierda. En el Ayuntamiento, el acuerdo ha convertido en alcalde al socialista Augusto Hidalgo, y en el Cabildo, aunque aún sigue pendiente de decidir la incorporación o no de Podemos, la mayoría de izquierdas ya es suficiente y no hay duda de que se abre un tiempo para una política nueva. El PP queda fuera del Gobierno de la isla y de la mayoría de sus municipios, con algunas excepciones como San Bartolomé, Valleseco y Moya, donde sus alcaldes lograron mayorías absolutas.

En general, se confirma una de las características más singulares y distintivas de la política grancanaria, en relación con la del resto de la región, que es la de los bandazos electorales, que se manifiestan de un ciclo político a otro. Antes todo era PP y ahora el PP desaparece del mapa político y de la práctica totalidad de los gobiernos institucionales. Esos bandazos tan brutales no se han producido desde hace más de 25 años en el resto de Canarias, sobre todo por el efecto amortiguador que supone la tan denostada centralidad política de Coalición, que a veces pacta con los socialistas y a veces lo hace con los populares, pero siempre sigue instalada en el machito.

Tras la barrida de Nueva Canarias en el Cabildo grancanario -o más bien de su candidato, que recibió en la mayoría de los municipios el doble de votos que su partido- la pregunta de futuro que habría que hacerse es si en el futuro Nueva Canarias podría ocupar en Gran Canaria un espacio similar al que ocupa Coalición en el conjunto de la región. De momento, Nueva Canarias ha jugado en todos sus frentes abiertos (excepto alguna excepción local muy menor) conjugando el verbo pactar por la izquierda. Es lo que procede, en clara consonancia con el signo de estos tiempos de mayorías sociales progresistas y voluntad de cambio. ¿Pero será siempre así? Dependerá de si hay confluencia nacionalista, algo que hoy no parece una prioridad ni en la agenda de Román Rodríguez ni en la de Fernando Clavijo: visto lo visto, Nueva Canarias probablemente optará por mantener el sello de izquierda nacionalista, con el que no le ha ido demasiado mal, aunque eso limite su peso a Gran Canaria. La opción de un acuerdo entre Coalición y sus antiguos disidentes, similar al formato Convergencia i Unió en Cataluña, es otra posible fórmula para la colaboración nacionalista. Pero de momento todo eso sigue muy muy verde.