La investigación del caso de los eres acabó por provocar la salida de la escena política de los expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán, y la de algunos consejeros de la Junta, a los que se supone -si no directamente implicados en el asunto- sí informados del mismo, como el caso de Gaspar Zarrías, todopoderoso secretario de organización del PSOE hasta antesdeayer mismo.

En Canarias se está investigando en estos días por parte del Grupo de Delincuencia Económica de la Policía Nacional una de las mayores estafas de la historia de nuestra autonomía, basada en la compra discrecional de producciones de televisión, por las que se pagaron cantidades multimillonarias, sin llegar siquiera a emitirse muchas de esas producciones. Algunas, como en el caso de una parte de las contratadas a Francisco Padrón, fueron producidas previamente para Televisión Española, cobradas a Televisión Española y revendidas a la Televisión Canaria como si fueran producidas especialmente para ella. El trabajo fue tan chapucero que hasta se olvidaron de quitar las cortinillas, vendiendo a la tele canaria una producción que mantenía los rótulos de la tele española.

La cosa es que estamos hablando de muchísimo dinero, contratado por Willy García solo cuatro días después de llegar al cargo, en contratos fotocopiados, firmado el primero en un día festivo, y abonados directamente -diez días después de ser firmados- a la Tesorería de la Seguridad Social, que mantenía embargada la empresa de Francisco Padrón. Los contratos siguieron haciéndose hasta que la tele logró cancelar la deuda con la Seguridad Social de Padrón -más de un millón de euros- y esta levantó los embargos. Cuando eso ocurrió, Willy acababa de aterrizar en la tele, recién incorporado desde la Universidad de la vida, donde le había encontrado Paulino Rivero...

Es difícil creer que una operación multimillonaria y continuada en el tiempo durante más de un año -hasta que se logró el objetivo de sacar a Padrón de la ruina- pudo realizarse sin la intervención, o la información previa, al presidente del Gobierno que acababa de nombrar a Willy García. Sería absurdo que Willy, solo cuatro días después de haber tomado posesión de su cargo, se embarcara "motu proprio" en esa sorprendente cadena de adjudicaciones discrecionales, y en muchas otras producidas a lo largo de estos ocho años. Paulino Rivero tenía necesariamente que conocer estas adjudicaciones, en las que se contrató material inservible y se pagó por él -en tiempos de crisis- una verdadera fortuna. Y eso si no fue el propio Rivero quien ordenó directamente que se hicieran los contratos. Quizás eso explique la numantina defensa que Rivero realizo hace un par de días de Willy García, cuando ya se conoce el informe policial sobre sus tejemanejes en la tele.