Arranca este gobierno regional, con escasa voluntad de continuismo, pero objetivamente heredero del anterior, con la necesidad de afrontar algunos retos y el propósito de cambiar algunas cosas. El primer reto es el de constituirse a sí mismo y sobrevivir a las elecciones de noviembre. Y ni una cosa ni la otra son fáciles. La salida del PSOE de Lanzarote del pacto de Gobierno insular abre de entrada una primera grieta a la estabilidad y cohesión del pacto y del Gobierno. Sorprende que el PSOE conejero renuncie a seguir en el Cabildo insular porque el presidente San Gines haya cesado a un funcionario de Urbanismo. Una de dos, o es verdad -como ha dicho el PSOE- que es un funcionario muy importante, una de las claves en la lucha por frenar la corrupción urbanística en la isla y eso es fundamental para ese mismo PSOE que pactó con el PIL, o el funcionario Leopoldo Díaz es un hombre clave para sostener el poder y la influencia del equipo que gobierna el PSOE en la isla. Mientras los hechos aclaran el monumental enfado del PSOE lanzaroteño, el Gobierno hila fino el diseño del programa de actuación que Clavijo ha de venderle a Canarias esta tarde desde el Parlamento en su debate de investidura. Un programa que incorpora el del pacto, pero que deberá dejar claros algunos asuntos hoy aún pendientes: el más esperado, sin duda, la posición de Clavijo y su Gobierno en relación con la reforma de las normas electorales, un asunto que preocupa a la ciudadanía canaria, y en el que existe consenso amplio sobre la necesidad de reducir los topes electorales, aunque no tan amplio ni tan claro sobre cómo hacerlo. Socialistas y nacionalistas intentan mantener este asunto en el debate de la reforma del Estatuto, mientras los demás -ahora también el PP- quieren sacarlo fuera. Clavijo podría sorprender a propios y extraños sumándose a quienes piden una inmediata reducción de topes. Sería un gesto. Pero Clavijo no se ha caracterizado hasta la fecha por ser un tipo de gestos. Ya se verá lo que hace.

En cuanto a otros retos, lo fácil sería decir que este Gobierno tiene que resolver el problema del paro y la pobreza en Canarias. Lo cierto es que no podrá hacerlo: podrá crear bases para mantener el crecimiento del empleo, si no se equivoca, y desarrollar una política de lucha contra la pobreza que aproveche el crecimiento económico para destinar más recursos a ayudas y lucha contra la pobreza y la marginación social. Pero no dependerá sólo del Gobierno que esto se arregle, sino de muchas variables. Lo que sí depende -sobre todo- del Gobierno es mejorar las relaciones con Madrid, crear un clima de diálogo institucional y enterrar los conflictos inútiles. Centrarse en resolver los tres asuntos claves que hay que sacarle al Estado: aprobación del REF económico, reforma del Estatuto y revisión favorable de la financiación. Si desatasca alguna de las negociaciones hoy bloqueadas, Clavijo podrá ponerse su primera medalla. Pero es probable que hasta el 2016 aquí no cambie nada.