Hay que reconocerle a Román Rodríguez su sentido del humor. Calificar al ministro Soria de "ministro de ultramar" es una de las mejores ruindades que le he escuchado en años. Pero no deja de ser más que eso, un chiste. Soria es ministro del Gobierno español, y además el único ministro canario en ese Gobierno. El encuentro de Soria con Clavijo, producido el martes pasado a iniciativa del propio Soria, representa simbólicamente el regreso a la normalidad en las relaciones entre el Gobierno de España y el de Canarias. Ni ese encuentro ni la minicumbre de finales de este mes, cuyo contenido aún esta por definir, van a significar una mejoría instantánea de los problemas en financiación, la desidia presupuestaria hacia las islas, avances en la negociación del REF o la reforma del Estatuto. Pero recuperar la interlocución es algo absolutamente necesario y -desde luego- no perjudicará las negociaciones

Sea porque Rivero ya no está, o porque se acabó la peripatética guerra del petróleo, o porque el PP quiere modificar el tono de sus relaciones con las regiones en las que no gobierna, que son ahora la mayoría, o sea incluso porque Soria intenta abrir puentes con Clavijo para el hipotético caso de un Gobierno futuro entre nacionalistas y populares, el hecho es que el ministro ha tomado la iniciativa de acercarse al Gobierno regional, y sería ridículo no aprovechar esa oportunidad de aplicar la vieja regla de que más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Comprendo que a Román Rodríguez le preocupe el protagonismo de Soria, su principal adversario electoral en Gran Canaria. Y que tampoco le agrade este encuentro a los socialistas, enfrentados a cara de perro con el PP. Pero no estamos hablando de partidos o intereses personales, sino de recuperar la normalidad, un cierto entente que acabe con la doctrina del "cuanto peor mejor" o del "frío entendimiento institucional". Por supuesto que eso no depende sólo de que Canarias cambie el tono. Depende sobre todo de que Madrid haga señales muy claras. Y hay una oportunidad para que se produzcan esas señales... en los presupuestos del 2016, que Rajoy ha decidido adelantar a las elecciones generales.

Por eso, mejor que gastar bromas sobre el ministro ultramarino, o plantear que este es un asunto particular del Presidente, Patricia Hernández debe exigir que en la minicumbre participen también la consejera de Obras Públicas y los departamentos socialistas del Gobierno que considere conveniente. La joven vicepresidenta ha acertado al pedir que la cita de final de mes tenga su reflejo presupuestario. Y además hay asuntos más allá del presupuesto, como la reforma del Estatuto, que tampoco conviene dejar de lado. Si doña Patricia no está ya de enhorabuena en esas fechas, quizá también ella debería participar en esa cita y comprobar de primera mano si este Soria con talante negociador de ahora, sigue teniendo cuernos (con perdón) y rabo, o -como al perro de San Roque- los resultados de las últimas elecciones se los han cortado.